It must have been cold there in my shadow
To never have sunlight in your face
And you can content to let me shine
You always walked a step behind....- Qué mayor te veo. Los cuarenta son dañinos de narices.
.- Capullo. Y tú engordaste, eh?
No es la primera vez que nos enfrentamos. Pero nos conocemos tan bien que sabemos perfectamente que por un momento nos olvidaremos de lo que somos y de lo que fuimos. Te voy a machacar, pequeño. Ni lo sueñes, querida.
Y mientras su señoría te pide brevedad yo me dejo llevar por la cadencia de tu voz y regreso a los pasillos del viejo Caserón. Parece imposible que hasta aquí pueda llegar el olor caliente de la tortilla recién hecha del Sevilla, la bruma imperceptible de la biblioteca vieja y la voz de tu madre llamándonos a comer desde el pasillo.
Firmamos el acta y justo cuando me levanto, noto un chasquido bajo mis pies. No puede ser, se me ha roto un tacón. Camino concentrada hacia la puerta intentando disimular, ya sabes que yo siempre he sido muy digna, ya sabes que yo antes muerta que sencilla.
.- Esto... que no voy a poder quedarme a comer, llévame a casa. Mira. Y no te rías. Me quiero morir.
Al final del pasillo hay un hombre vestido de azul que se afana en reponer las baldosas que se rompieron hace unos días cuando alguien estrelló un banco contra el suelo. Ya se lo que voy a hacer. Le pediré que me arranque el otro tacón. Así nadie podrá confundirme con el padre de Jesulín. Me importa un bledo que los zapatos me hayan costado un riñón, hoy no quiero dejar de estar contigo. Adonde vas. Espera, ven, será solo un momentito. Menos mal que esta toga me queda larga, así nadie se dará cuenta de que voy caminando de puntillas sobre un pie, intentando mantener el equilibrio con este puñetero maletín que pesa todo un infierno.
.- Oiga, buenas, sería tan amable de darme un martillazo?
El hombre se gira bruscamente y me mira de ese modo especial en que la gente mira a los locos de atar.
.- No, no, no a mí, hombre, por Dios... al tacón, digo. Es que verá, se me ha roto uno y claro, necesito nivelar, no se si me explico. Usted solo tiene que darle un buen golpe al otro, así, hacia abajo y yo creo que con un poco de suerte...
Tu carcajada estalla como si el cielo se rompiese en mil estrellas de colores y yo no puedo evitarlo y me río también y no puedo parar, te ríes como Risitas me dices, y cuanto más me lo dices más me río y tú más te ríes y levanto la pierna para que el hombre vestido de azul ampute ese trozo de madera y piel que se ha empeñado en amargarme el día.
Supongo que pensará que somos un par de pirados, supongo que la gente que aún espera su turno se preguntará qué diablos hacen esos dos pijos vestidos de murciélago doblados de la risa, supongo que alucinarán al ver que la rubia se descalza y le entrega su zapato al albañil mientras le dedica la mejor de sus sonrisas.
.- Por favor, inténtelo. Es que mi compañero me debe una comida en La Zamorana y claro, ya me dirá como voy a ir yo así por la calle, que ha reservado para las dos y son menos diez, las horas que son y donde estamos, la Y a tope seguro, ya no tengo tiempo de pasarme por casa, por favor, por favor, por favor...
Sí, supongo que pensarán que estamos locos de remate. Pero eso qué importa, en realidad nunca nos importó demasiado. Además hoy es viernes y brilla el sol y no nos hemos visto desde antes del verano. Hoy saldré del Juzgado midiendo diez centímetros menos y si es necesario juraré sobre la biblia que este engendro que protege mis pies son las bailarinas que triunfaron en la Fashion Week de Cibeles. Tú me dirás que son estas cosas las que me hacen especial. Pastelero, pastelera tú.
Hoy hablaremos de trabajo, de la vida, de ellos. De nosotros. Traeremos de vuelta la memoria justo a la hora del café y desmenuzaremos una por una cada hora que hemos compartido aunque ninguno de los dos se atreverá a mencionar aquella noche de sábado en que por unas horas confundimos la amistad con el amor y nos comimos a besos con la necesidad imperiosa de dos cachorros en celo.
Al tercer gin tonic me recordarás que llevamos veinte años siendo amigos y yo te diré que eso no es del todo cierto.
Me pondré seria para puntualizar que no eres mi amigo. Que eres mi caballero andante, mi compañero, mi mejor amigo. Que contigo todo parece que fue ayer, que has sido el viento bajo mis alas, que se perfectamente que he llegado a ser quien soy gracias a tí.
Tú me mirarás muy serio y prometerás por Quini que estoy equivocada, repitiéndome por enésima vez que en realidad fui yo la que te enseñó a volar.
SONATA ARCTICA/ THE WIND BENEATH MY WINGS