martes, 22 de junio de 2010

DOROTHY



En algún lugar sobre el arcoiris,
los cielos son azules
y los sueños que te atreves a soñar
se vuelven realidad...




Dorothy se fugó una noche de su propio corazón buscando un lugar mejor más allá del arco iris. Había oido hablar de una tierra donde era lícito soñar. Una vieja canción de cuna contaba que había sueños que se hacían realidad si tenías valor para imaginarlos. Y ella quiso cantarla encaramada sobre la colina de la ternura y los niños que se negaban a crecer.

Sus pies con chapines rojos volaron sobre un camino de baldosas amarillas en pos de sus deseos y un día, creyó ver a lo lejos algo parecido a la luz de los anhelos que se materializan. Pero cuando llegó a la Ciudad Esmeralda se dio cuenta de que nada era como había imaginado. Descubrío que aquella nana no contaba toda la verdad. Sus sueños se desvanecieron en un mar de dudas y silencio y en el cielo una estela de humo le dijo una y otra vez: Ríndete…

Cuando el globo se fue sin ella, lloró resignada, creyendo que su destino era permanecer en Oz para siempre. Pero un hada de la luna le susurró al oído que podía usar sus zapatos de rubí para regresar a casa. Y le explicó que si no se lo había dicho antes era porque Dorothy tenía que aprender por sí misma que cuando no puedes encontrar el deseo de tu corazón en tu propio patio, es porque nunca lo perdiste realmente…

Golpea tus talones juntos y repite una y otra vez, no hay lugar como el hogar, no hay lugar como el hogar, no hay lugar como el hogar ...

Y volverás a tu sitio.

Todos te dirán que fue solo un mal sueño. Y tú, tal vez aún convencida de que fue real, sonreirás y pensarás que realmente, se está mejor en casa que en ninguna otra parte…

..........................................



.- Bailas?

.- Vale.

.- Estás preciosa, lo sabías? Por cierto… Estos son los zapatos?

.- Sí, son los que me trajiste de Londres…

.- Dorothy, yo…

.- No, no digas nada. Yo lo siento tanto, tanto. No sé que me pasó, quise huir tal vez, creí que había un mundo mejor ahí fuera, construí una casa de sueños y te dejé fuera. Lo lamento, de verdad. No sabes cuanto daría porque nada de esto hubiese sucedido. Te hice tanto daño…

El detuvo sus palabras acariciando su boca con los dedos. Y la mandó callar. Chissssssssssss…

.- Dorothy, yo te quiero. Eso lo sabes, verdad? Probablemente no sepa decirte cosas bonitas, no se escribir poemas ni dedicar canciones románticas. Y no te abrazo cuando estás triste o cansada. Pero eres lo mejor que me ha pasado en la vida, yo no se vivir sin ti aunque a veces no te lo diga. Cambiaré, te compraré flores todos los días y todas las noches antes de dormir te diré que te quiero y te guardaré entre mis manos para que nada ni nadie te hagan sufrir. Te lo prometo.
Estás llorando?

.- No, es solo que me sudan los ojos.-
dijo Dorothy, rememorando aquella vieja broma que era solo de los dos.
Yo no quiero que cambies, ni quiero flores ni canciones bonitas. Ni palabras rebuscadas. Al fin y al cabo las palabras son solo eso, palabras. Quiero que estés conmigo y que todo vuelva a ser como era antes. Nada más. Quiero regresar. Necesito regresar.


Dorothy escondió su cara entre el pecho amplio y fuerte de aquel hombre que la amaba más de lo que nadie lo había hecho jamás y aspiró su olor a Agua Fresca. Una mancha de agua salada y rimel se dibujó sobre la camisa de su compañero de viaje.

.- Vaya, mira como te he puesto, con lo mal que se va el maquillaje.

.- No importa. Así llevo algo tuyo aquí conmigo. Vuelve a casa, por favor.

No quería que el resto de los invitados la viesen llorar. Odiaba llorar en público y sabía que los cotilleos estarían servidos. Pero no podía parar, no quería parar.

Se detuvo un momento y golpeó una y otra vez sus talones juntos. Y repitió muy bajito, muchas, muchas veces: no hay lugar como el hogar, no hay lugar como el, no hay lugar como...

Sobre sus zapatos de tacón de color rojo comprendió que el camino de baldosas amarillas había sido necesario. Porque así estaba escrito en las líneas de su mano.

Y porque tenía que aprender por ella misma. Tropezar, caer. Levantarse. Navegar, naufragar y seguir. Para ser consciente de que más allá del arco iris sólo habitan nubes y cielos irreales, que los problemas saben a limón, que la vida está hecha de gestos y afinidades.

Para darse cuenta de que cuando el deseo de tu corazón no aparece en su propio patio, es que nunca lo has perdido realmente...


EVA CASSIDY/ SOMEWHERE OVER THE RAINBOW

lunes, 14 de junio de 2010

LOS MOTIVOS DEL AGUA



Más allá de cuanto puedo recordar,
la lluvia ha estado cayendo.
Nubes de misterio siembran la confusión sobre la tierra.
La buena gente, a través del tiempo, tratando de encontrar el sol.
Y me pregunto, todavía me pregunto, quien detendrá la lluvia.

(...)
Y la lluvia sigue cayendo sobre mis oídos.
Y me pregunto, todavía me pregunto quien detendrá la lluvia.



... sigue lloviendo.

Miro desde mi ventana y compruebo que el cielo se ha vestido de gris, que yo voy vestida de gris, como si inconscientemente hubiese querido confundirme con este paisaje de primavera inusual y desesperada.

Imagino que allá arriba, más arriba del pentagrama por donde vuelan los pájaros y los cables de la luz, el aire frío y el aire caliente libran su peculiar lucha de teatro de títeres. Marionetas de trapo que deciden y ajustician remolinos de nada. Y fabrican nubes anchas y densas como las caderas de una madre de siete hijos.

Y se deshacen en lluvia que escupe sobre la tierra y se lleva por delante vidas y sueños. Veranos debajo de una higuera, viendo el mar desde la terraza del Molín del Puerto. Veranos que huelen a patatas fritas y cacahuetes a la sombra de las estrellas y viajes en un Panda blanco cantando Supertrouper a todo lo que daba nuestra garganta...

Supongo que el agua tiene sus motivos. Que el agua es como los sentimientos. Intentamos amurallarlos, contenerlos, encerrarlos en un pantano para cuando el corazón se quede seco y ya no tenga hambre.

Cambiamos el cauce del río del alma, evaporamos los lagos que habitan en nuestros ojos para que no hablen de tristeza ni de desencanto. Hundimos bajo tierra nuestros labios de besos equivocados para que nunca lleguen al océano. Torcemos los arroyos y los vericuetos de nuestras manos para que todo sea como nos gustaría que fuese...


Pero el mar es sabio. El mar nunca se equivoca. El mar siempre acaba reclamando lo que es suyo. Y entonces, todo se desborda, se anega, se inunda. Y el agua que durante tanto tiempo había estado contenida, explota entre nuestros dedos y nos hacemos de agua, somos solo agua. Regresamos al mar y somos solo mar.

Sigue lloviendo. A veces llueve incluso en días soleados, lo sé. Pero aún así no puedo evitar preguntarme quien detendrá la lluvia...


CREEDENCE CLEARWATER REVIVAL/ WHO`LL STOP THE RAIN

sábado, 5 de junio de 2010

IN TRUTINA



In Trutina- Carmina Burana

En la balanza incierta de mi razón
los dos luchan de modo contradictorio
amor ansioso o pudor
pero yo elijo lo que veo,
ofrezco mi cuello al yugo:
...me someto a tan dulce yugo


Ayer se cumplió uno de mis más viejos sueños. Dicen que si anhelas algo con mucha intensidad, que si cierras los ojos y pides a tu Hada Madrina un deseo en una noche de luna llena y estrellas, éste se cumple. Algún día.

Ayer solo fui un granito de arena, una gotita de agua en un mar de voces e instrumentos. Pero me sentí feliz, tan feliz como no recordaba y llena de mil cosas y sentimientos que no puedo explicar con palabras. Me gusta cantar, me gusta esa sensación de unir mi voz a otra y a otra y a otra. Me gusta sentir la música fluyendo en mí, dentro de mí, fuera de mí (eso también te lo debo a tí, papá).

http://www.lne.es/oviedo/2010/06/04/buena-fortuna-carmina-burana/924603.html



Mientras escuchaba absorta y con la gargante hecha un nudo a la soprano interpretando In Trutina, ocurrió algo extraño. Como si una antigua muralla se derribase en mi interior por el mero roce de un soplo de viento.

Como si algo me estallase por dentro y se bajase un telón de terciopelo rojo y reproches anunciando el fin de la función: Dejé de arrepentirme.

Soy así y no quiero cambiar. Mil veces, un millón de veces más volvería a elegir la pasión. En mi balanza lucharon el amor loco y el pudor y el miedo. La razón y el corazón. La cordura y la locura. Mis pies caminaron sobre la arena y el agua, y quise tener alas y volar. Y viajé en el aire hacia el Oeste sin poder hacer nada, sin querer hacer nada.


Durante muchos días y alguna noche negra he pensado y he intentado convencerme a mí misma de que había elegido mal. Creí que me había equivocado, que el platillo debería haberse inclinado hacia el otro lado. Me lamenté por haber jugado con el equilibrio y la placidez de mis horas sin nombre. Y por primera vez, me sentí culpable. Por él, por ellas, por mí.


Pero ahora se que nunca fui tan yo. Que nunca me mostré tan auténtica y desnuda. Tan imperfecta... Fui lo mejor y lo peor de mí misma. Y solo por eso, mereció la pena.


Elegí lo que veía y lo que sentía. Hice caso a mi corazón y busqué en mi tiempo reservado a la locura la razón y la respuesta a todas las preguntas.
Ofrecí mi cuello. Y supe que era dulce y suave el yugo que ceñía sobre él. Fue hermoso y tierno. Y sincero por mi parte.

De todo lo demás, ya no me acuerdo...


IN TRUTINA- CARMINA BURANA/ KARL ORFF


martes, 1 de junio de 2010

EL VIOLINISTA ENTRE LAS NUBES



Anoche soñé con nubes y bailes entre estrellas. Un violinista vestido de plata tocaba un vals con una sola mano y con la otra me decía hola, encaramado en perfecto equilibrio sobre un cuerno de la luna.

Al despertar me recordé a mí misma danzando de puntillas y sin hacer ruido, con los ojos cerrados, mi melena acariciando la espalda desnuda, dejándome mecer por el ritmo dulce de una sonata inventada. Y no se por qué, enredada aún entre unas sábanas tan azules como el cielo de mi sueño, me sentí bien y me invadió un dulce bienestar y el deseo de comerme el día y la vida a bocados.

Supongo que es lo que tienen los sueños bonitos. Que es maravilloso dormirlos aunque resulte duro verlos amanecer, alejarse poco a poco. Contemplar cómo se estrellan contra el asfalto de la realidad y se desvanecen con un ligero plof, como si fuesen pompas de jabón.


Me gusta soñar... A veces lo hago despierta. A veces, estoy dormida. Me gusta abandonarme y volar muy lejos de mí misma, sin ser consciente de que más dura será la caída al despertar. No quiero renunciar a mis sueños.

Aunque sean tan así. Caprichosos y etéreos. Efímeros. Alguien dijo que la vida no es más que un sueño contínuo. Tal vez vivir no sea otra cosa que una colección de imágenes pequeñitas que se suceden y van y vienen y se golpean contra la vida real explotando en pedazos de nada, salpicando las aceras como globos llenos de agua.

Yo no se si olvidaré mi sueño. Probablemente esta misma noche me suba a un columpio que me lleve hasta la otra orilla, que me eleve y me empuje más allá de mi propio horizonte. Probablemente mañana a estas mismas horas, mi razón niegue que por unas horas, me puse un tutú y unas zapatillas nuevas para moverme al compás que marcaba una sombra de hojalata.

Hoy compré flores de camino a casa y las coloqué en mi mesa. Ya no recordaba esa vieja costumbre mía de llenar de primavera las esquinas y las horas. Quizá el invierno ha sido demasiado largo...

Y ahora mismo, mientras escribo esto puedo oler el tenue aroma de las margaritas blancas y naranjas. Lo mismo que si cierro los ojos aún puedo escuchar la melodía que acompañó mi danza nocturna.

Por eso tengo la esperanza de que cada vez que suene un vals, regrese a mí la imagen del violinista que una noche cualquiera me hizo flotar entre las nubes. Porque la música estará para siempre. Seguro...

¿Bailamos?

LEONARD COHEN/ TAKE THIS WALTZ