sábado, 27 de marzo de 2010

SIN (CASI) PALABRAS



... Y cada noche vendrá una estrella
A hacerme compañía.
Que te cuente como estoy
Y sepas lo que hay...


A mi padre, que se fue sin hacer ruido, tay y como vivió.
Sin flores, funerales, ni noticias en la prensa. En silencio.
Ahora duerme un poco en el mar, y un poco en el césped de un estadio de fútbol cerca de la playa, como era su deseo.

Duerme en un lugar misterioso que habita más allá del arcoiris.
Y en mi corazón. Siempre.

SI TÚ NO VUELVES/ MIGUEL BOSÉ

domingo, 21 de marzo de 2010

LA CAJA DE LOS BOTONES


A veces la abre y simplemente los mira, los acaricia con el alma y los dedos y los vuelve a su cama de metal y añoranza. Es una caja de lata, blanca y roja. Algún día sirvió para guardar vendas. Pero una vez cumplido su humilde propósito, se convirtió en la caja de los botones y durante muchos, muchos años, durmió en un pequeño cesto de mimbre que pomposamente la abuela llamaba, el costurero...

Con esos botones aprendió a contar.
Y esos botones fueron durante mucho tiempo sus juguetes favoritos.

Algunas tardes de lluvia, una niña rubia regenta una tienda de caramelos. Y su mente transforma la estancia en un local brillante impregnado de olor a naranja.
Los de color negro son de regaliz, los amarillos de limón, los rojos saben a fresa, los verdes son menta que curan las gargantas y los resfriados de sus clientes imaginarios... Llévelos señora, que con esto no toserá, mi abuela me los da a mí cuando estoy mala y duermo toda la noche, pero no se pase que son malos para los dientes...
Hay sobre la mesa un viejo cenicero de madera y cobre que ella imagina un peso. Y allí coloca su dulce mercancía, una y otra vez.
Tome señora, son diez pesetas, vuelva cuando quiera, buenas tardes. Muchas gracias...

Otras veces los botones se transforman en joyas, piedras preciosas que ella vende en una relojería fantástica que convierte el lugar mágico y luminoso que es la cocina de sus abuelos en un establecimiento de lujo y glamour.
Brillantes y oro, perlas, amatistas y granates. Plata y nácar, coral y malaquita. Todo eso eran mis botones. Güelita, déjame hilo, que voy a hacer un collar...
Poniéndose bizca, la niña intenta engarzar las pequeñas piezas en el hilo, para hacer la más fantástica pieza que se hubiese visto jamás, una joya digna de una princesa, mientras su abuela ríey la besa con ternura en el pelo.
Y en esos pequeños instantes, el tiempo se detiene, y puede sentir que el mundo no tiene principio ni fin, que la vida es eterna, que nada ni nadie podrán hacerle daño jamás.

Uno, dos, tres, cinco... No, Elena. Así no es. Vale güelito, otra vez. Uno, dos, tres, cuatro, seis...

Vamos a aprender a sumar. Si tienes dos botones y yo te pongo otro aquí, cuantos tienes ahora? Tres, güelu... Muy bien, mi reina. Cuando ya sepas bien, iremos a las restas. Quieres? Claro que sí, güelito...

La económica encendida, una mujer sentada en el cajón donde se guarda el carbón, tejiendo o cosiendo, vigilando los juegos de su nieta preferida.
Un hombre que lee el periódico o pasa a limpio los pedidos de papel de regalo, bolsas o calendarios que le han hecho sus clientes. La pensión de la mina no da para vivir y después de todo, ser comercial no es un mal trabajo...

Huele a natillas y a sopa, a patatas fritas que nadie superará jamás, nadie hace las patatas como tú güelita, te lo prometo.
Pronto llegará la hora del baño y la cena. Pronto llegará el momento en que la abuela arrope a su nieta tapándole la nariz en un saquito de sábanas y mimos que esa niña rubia ya no olvidará jamás. Llegará el instante en que venga el sueño y de paso al despertar entre besos y olor a galletas y leche caliente...

Hubo un tiempo en que el futuro tenía el color verde de la esperanza. Hubo un tiempo en que la felicidad dormía dentro de una caja de botones...

ANNE SOFIE VON OTTER & ELVIS COSTELLO / GREEN SONG

miércoles, 17 de marzo de 2010

LA ESTATUA DE PIEL



Hace unos días que se instaló en la plazuela que puedo ver desde la ventana de mi despacho.
Con su vestido de novia abandonada y un absurdo sombrero rojo que se rebela y golpea con fuerza mis ojos que contemplan absortos la blancura imposible de su traje de poliester barato.

En su mano, una rosa de plástico tan falsa como las palabras de amor que se pronuncian con los dedos cruzados. Y a sus pies, una cajita de madera y una estampa de un santo que no puedo reconocer.

De pie horas y horas sobre un pedestal destartalado, desafía impertérrita al frío y el viento que ha azotado la ciudad estos días. A veces aparto las cortinas y durante un rato, la observo desde mi ventana...

De vez en cuando, un paseante despistado arroja una moneda en el pequeño cajón de madera y ella se inclina suavemente y sonríe, para volver de inmediato a su posición firme y decidida. De vez en cuando, un niño se acerca tímidamente y deposita su dulce limosna a los pies de esa estatua de piel, que de nuevo hace un ligero y elegante movimiento y le ofrece un guiño travieso al pequeño sorprendido y tal vez un poco asustado.

Hoy por primera vez me acerqué a ella, y dejé en su cajón el importe de la cajetilla de tabaco que había bajado a comprarme. No me atreví a mirarla, sentí verguenza de mis zapatos caros y mi gabardina Carolina Herrera recién estrenada.

Pero cuando me susurró con su acento porteño, un gracias tan leve como la falda de su traje, levanté los ojos y por un momento pude verme en los suyos. Cuando se inclinó hacia mí y me ofreció su flor de plástico, comprendí.

Y supe de repente como en un estallido, que durante un tiempo, tal vez demasiado, yo también he sido una estatua de piel. Que yo también me he mantenido firme en mi puesto a pesar del viento del Norte. Que yo también he intentando sostenerme sobre un solo pie, como una bailarina lisiada, sobre mi frágil pedestal de sueños y deseos imposibles.

Sonriendo a cambio de unas pocas monedas de ternura, esperando impaciente palabras y gestos, temblando de frío e incertidumbre, anhelando que mi cajita se llenase de todo ello para poder sobrevivir.

Volví sobre mis pasos con los ojos anegados por esas lágrimas que detesto, con el conocido nudo en la garganta que se me atraviesa justo cuando no quiero llorar.

Agobiada por la certeza de que soy como ella. Una estatua humana.

Aunque nuestros disfraces sean tan distintos...


SPARKLEHORSE/ IT´S A WONDERFUL LIFE

jueves, 11 de marzo de 2010

ARREBATOS



Soy impulsiva. Atrozmente impulsiva. El paso de los años ha conseguido templar un poco mi carácter, pero a veces aún caigo en la tentación y cedo a la rabia y a la frustración.

Como una niña pequeña que no sabe que hacer con esa ira que le crece por dentro.
Pero ya he perdido demasiadas cosas en el camino. Y no voy a dejar que se muera este pequeño rincón.

Aquí está parte de mi vida, recuerdos, mis recuerdos. Palabras y sentimientos y la música que me gusta... Nada ni nadie merecen que abandone esto también.

Gracias a los que os habéis preocupado por mí. A los que me conoceis y habeis podido preguntarme. A Onminayas y a Iago por dejarlo escrito en vuestros blogs.

Se que he sido una verdadera maleducada, cerrando el acceso al blog sin dar ninguna explicación.

Espero que me disculpéis.

Un beso a todos.

Me quedo un ratito nadando en mi pecera...

84/ EL BURDEL DE LAS SIRENAS

jueves, 4 de marzo de 2010

DOWNTOWN



Hay una vieja radio en uno de los estantes del aparador de madera. A veces juego con ella. En ocasiones es una máquina de escribir y me entretengo pulsando, subiendo y bajando las teclas que parecen de nácar.

Otras veces soy una telefonista empeñada en poner en contacto a madres que sufren la ausencia de sus hijos, a amantes olvidados que suspiran por escuchar por unos segundos la voz de su corazón, a amigos que se añoran y se buscan con la impaciencia del tiempo perdido...

Y de vez en cuando, de las entrañas de ese aparato frente al que soy capaz de pasarme horas y horas enfrascada en mis juegos solitarias, brota una canción que me cautiva. Que me hace sentir feliz. Soy pequeña y la vida todavía no me ha arañado con sus desdichas y avatares. Aún no se lo que es sufrir y desconozco el significado de la palabra miedo.

La sombra de una casa vieja se cierne sobre mí una y otra vez. Pero me han ordenado que la olvide y cuando por las noches un viejo arcón de madera apolillada se me aparece en sueños, me repito a mí misma que nada ha ocurrido. Soy una niña obediente.

Mi abuela sabe que me gusta y ya no hace falta que la llame. Cuando suena, abandona sus quehaceres para venir a mi lado y tararearla conmigo, las dos cogidas de la mano. Ni ella ni yo sabemos inglés. Yo tendré la oportunidad de hablarlo con el paso del tiempo. Ella no.

Dauntaun, dauntaun, nananana, nanananinonana, nanino ninona... dauntaun.

Y sí. Me siento feliz. Y ya en esos pequeños y mágicos instantes soy capaz de entender que permanecerá por siempre en mí, que siempre que la oiga volveré a sentir lo mismo que la primera vez. Quiero llamarme Petula. Y bautizo con ese nombre a mis muñecas y digo a quien quiera oirme que cuando sea mayor y tenga una hija la llamaré así. Petula.

No puedo comprender el significado de esas palabras que me llenan el estómago de mil mariposas de colores, pero algo me dice que con ellas intenta explicarme que hay un sitio al que siempre podré ir, en el que todo me espera.
Dice que allí tal vez encuentre a alguien que me entienda. Alguien que sea justo como yo. Alguien que quizá necesite una mano para guiarse... Y a eso me aferro con la esperanza vana de que sea cierto. Alguien como yo... alguien que me entienda...

.- Güelita. Qué es dauntaun?
.- No puedo decirtelo, mi reina. Yo no fui al colegio ya lo sabes. Se lo preguntaremos a tu madre. Vale?
.- No, güeli, deja. No importa...


Pero ahora lo se. Se que habla de ese lugar donde soy capaz de olvidar todos mis problemas, mis miedos y mis responsabilidades. Donde suena una bella bossanova y puedo bailar hasta que la noche se vaya a dormir a su cama de sábanas negras y lunas invisibles.

Allí las estrellas son más brillantes y siempre hay una película por estrenar. Es ese mágico rincón en el que puedo refugiarme cuando me siento sola y la vida me empuja a ser aún más solitaria.

Se trata de mi downtown particular: Está justo en el centro de mi corazón.
Está lleno de luces de neón, escarcha y sueños por cumplir. De ruido y de prisa.
De ilusiones y decepciones. Sentimientos que se van y que regresan una y otra vez.
Late al ritmo del tráfico y la vida. A veces se desboca. Y su pulso se acelera al ritmo del amor y del deseo.

A veces se para por unos instantes, arrasado por cosas que desearía no haber hecho, por palabras que no debería haber pronunciado jamás. Por noticias que querría no haber recibido nunca. Por verdades a medias y mentiras completas.

Pero es mío. Es mi downtown. El único lugar verdaderamente mío. El único sitio al que siempre, tras la derrota y el cansancio, puedo volver...

PETULA CLARK/ DOWNTOWN



Cuando estés solo
y la vida te haga sentir más solitario,
siempre puedes ir a downtown
Cuando tengas preocupaciones,
Todo el ruido y la prisa
Parece que ayuda, lo se, downtown

Solo escucha la musica del trafico de la cuidad
camina lentamente donde están los letroros con luces de neon
Como puedes perder?

Las luces son más brillantes ahí
Te puedes olvidar de tus problemas, olvidar tus responsabilidades e irte
Downtown, Las cosas serán grandiosas cuando estés
Downtown, no hay mejor lugar te lo aseguro,
En Downtown, todo te espera


No vagues,
no dejes que tus problemas te rodeen
Hay películas presentandose en downtown
Problablemente conoces
Algunos lugares a donde ir
donde nunca cierran

Solo escucha el ritmo de un gentil bossanova
También bailairás con ellos antes de que la noche termine
Feliz otra vez

Las luces son más brillantes allí
Te puedes olvidar de tus problemas,
olvidar tus responsabilidades e irte
Downtown donde todas las luces son brillantes
Downtown, te espera esta noche,
Downtown, estarás bien ahora


Probablemente ecuentras a alguien que te entienda,
Alguien que sea justo como tu y necesite una mano para guiarse

Así que a lo mejor te veo por allá
Podemos olvidar todos nuestros problemas, todas nuestras responsabilidades e irnos
Downtown, las cosas serán grandiosas cuando lleguemos
Downtown, no esperes ni un minuto más,
En Downtown,todo te espera