A veces la abre y simplemente los mira, los acaricia con el alma y los dedos y los vuelve a su cama de metal y añoranza. Es una caja de lata, blanca y roja. Algún día sirvió para guardar vendas. Pero una vez cumplido su humilde propósito, se convirtió en la caja de los botones y durante muchos, muchos años, durmió en un pequeño cesto de mimbre que pomposamente la abuela llamaba, el costurero...
Con esos botones aprendió a contar.
Y esos botones fueron durante mucho tiempo sus juguetes favoritos.
Algunas tardes de lluvia, una niña rubia regenta una tienda de caramelos. Y su mente transforma la estancia en un local brillante impregnado de olor a naranja.
Los de color negro son de regaliz, los amarillos de limón, los rojos saben a fresa, los verdes son menta que curan las gargantas y los resfriados de sus clientes imaginarios... Llévelos señora, que con esto no toserá, mi abuela me los da a mí cuando estoy mala y duermo toda la noche, pero no se pase que son malos para los dientes...
Hay sobre la mesa un viejo cenicero de madera y cobre que ella imagina un peso. Y allí coloca su dulce mercancía, una y otra vez.
Tome señora, son diez pesetas, vuelva cuando quiera, buenas tardes. Muchas gracias...
Otras veces los botones se transforman en joyas, piedras preciosas que ella vende en una relojería fantástica que convierte el lugar mágico y luminoso que es la cocina de sus abuelos en un establecimiento de lujo y glamour.
Brillantes y oro, perlas, amatistas y granates. Plata y nácar, coral y malaquita. Todo eso eran mis botones. Güelita, déjame hilo, que voy a hacer un collar...
Poniéndose bizca, la niña intenta engarzar las pequeñas piezas en el hilo, para hacer la más fantástica pieza que se hubiese visto jamás, una joya digna de una princesa, mientras su abuela ríey la besa con ternura en el pelo.
Y en esos pequeños instantes, el tiempo se detiene, y puede sentir que el mundo no tiene principio ni fin, que la vida es eterna, que nada ni nadie podrán hacerle daño jamás.
Uno, dos, tres, cinco... No, Elena. Así no es. Vale güelito, otra vez. Uno, dos, tres, cuatro, seis...
Vamos a aprender a sumar. Si tienes dos botones y yo te pongo otro aquí, cuantos tienes ahora? Tres, güelu... Muy bien, mi reina. Cuando ya sepas bien, iremos a las restas. Quieres? Claro que sí, güelito...
La económica encendida, una mujer sentada en el cajón donde se guarda el carbón, tejiendo o cosiendo, vigilando los juegos de su nieta preferida.
Un hombre que lee el periódico o pasa a limpio los pedidos de papel de regalo, bolsas o calendarios que le han hecho sus clientes. La pensión de la mina no da para vivir y después de todo, ser comercial no es un mal trabajo...
Huele a natillas y a sopa, a patatas fritas que nadie superará jamás, nadie hace las patatas como tú güelita, te lo prometo.
Huele a natillas y a sopa, a patatas fritas que nadie superará jamás, nadie hace las patatas como tú güelita, te lo prometo.
Pronto llegará la hora del baño y la cena. Pronto llegará el momento en que la abuela arrope a su nieta tapándole la nariz en un saquito de sábanas y mimos que esa niña rubia ya no olvidará jamás. Llegará el instante en que venga el sueño y de paso al despertar entre besos y olor a galletas y leche caliente...
Hubo un tiempo en que el futuro tenía el color verde de la esperanza. Hubo un tiempo en que la felicidad dormía dentro de una caja de botones...
Hubo un tiempo en que el futuro tenía el color verde de la esperanza. Hubo un tiempo en que la felicidad dormía dentro de una caja de botones...
ANNE SOFIE VON OTTER & ELVIS COSTELLO / GREEN SONG
Precioso,precioso,precioso.
ResponderEliminarGracias por compartir tus recuerdos.Los abuelos no se olvidan jamás ¿verdad?
Besos Elena.
Amalia F.
Los recuerdos vuelven a nuestra mente y de alguna manera mantienen intactos los niños que algun dia fuimos.
ResponderEliminarY precisamente siendo niños tenemos la capacidad de guardar la felicidad dentro de una cajita de metal.No dejes de ser esa niña que jugaba con sus botones.
Un beso, linda.
Me encanta navegar por mentes como la tuya.
ResponderEliminarTus recuerdos en palabras se transforman en imágenes
Elena,
ResponderEliminarRilke decía que la infancia es la patria del hombre. Lo leí ayer y me transporto por tus imagenes a las mias de antes y de ahora con mi hijo.
Te he visto de niña, muy bonito cuento.
Un abrazo
Alma blanca, mejillas sonrosadas,
ResponderEliminarcutis de níveo armiño,
cabellera de oro,
ojos vivos de plácidas miradas,
cuán bello hacéis al inocente niño!...
Infancia, valle ameno,
de calma y de frescura bendecida
donde es süave el rayo
del sol que abrasa el resto de la vida.
¡Cómo es de santa tu inocencia pura,
cómo tus breves dichas transitorias,
cómo es de dulce en horas de amargura
dirigir al pasado la mirada
y evocar tus memorias!
JOSE ASUNCION SILVA
¿Niña asustada que espera besos y caricias? Olores, aromas impregnados en la retina. En tu retina y ahora en la mia.....................
Hola Amalia. Es cierto, los abuelos no se olvidan jamás. Yo por lo menos nunca me olvidaré de los míos. Es más, cada día me acuerdo más y más de ellos...
ResponderEliminarUn beso.
No Carmen, nunca dejaré de ser esa niña. Creo que precisamente mantenerla viva dentro de mí es lo que me hace y me motiva a seguir. Cuando el niño que hay en nosotros se muere, nosotros nos morimos un poquito también.
ResponderEliminarOtro beso para tí.
Cuarentañera, gracias por seguir mi blog. Y por tus palabras.
ResponderEliminarMe gusta que navegues por estas aguas a veces mansas, a veces revueltas...
Un beso.
Antonio, me alegra haber provocado todas esas sensaciones en tí. Y sí, la infancia es nuestra patria y nuestro refugio...
ResponderEliminarOtro abrazo para tí.
Muchas gracias Santi.
ResponderEliminarPrecioso poema.
Bichinaaaaaaaaa.¿Donde te metes que no se te ve el pelo?
ResponderEliminarEstás dejando muy guapo el blog fia. Si es que la que vale vale jejje.
Te veo hoy y me cuentas.Y no olvides la carpeta que estás en la inopia.
Muchos besitos.Guapa
Clarooooooo como ahora anda pa Cazurrandia no tiene tiempo de salir a presumir por los Juzgados.
ResponderEliminarY lo del blog sera gracia sa mi que la ayudé que si no ni papa, escribirás muy bien guapina pero no tienes ni idea de dominar la técnica como se nota que eres de letras puras.
Muy guapo esto que escribiste de los botones, que me gustó en serio.
Ala que te veo ahora en breve, haber si pusiste la minifarda jajaja.
FEr
Qué asombrosa capacidad tienes para transportarnos a tu mundo. He olido a patatas fritas y natillas, he notado el calorcito de la económica, he jugado con botones, he visto a una niña rubia, digna de ser besada en el pelo y arropada en un saquito de sábanas. Una niña merecedora de ser despertada entre besos y olor a leche y galletas.
ResponderEliminarTienes la hermosa virtud de conservar aún esa niña dentro. También la generosidad de compartir esa cualidad con quienes te leemos.
Adoro tu forma de escribir. Lo haces con la involuntaria insolencia de quien tiene un talento innato.
Después de tres meses navegando hacia Shalott como polizón, de puntillas, a escondidas, ¡qué ganas tenía ya de asomarme aquí y decir "esta boca es mía"!.
Un beso, Elena.
Paqui... Pues eso.
ResponderEliminarMuchos besos y gracias por estar.
Señor FRENANDO (jejeje): Que muchas gracias por explicarme algunas cosas, valeeeeeeeeeeeeeeeeeee.
ResponderEliminarY que conste que yo no presumo, bueno, solo un poco pero qué pacha. Y la minifarda la pongo cuando quiero, pero minifarda no cinturón ancho que es lo que a tí te gusta. Hortera que eres un hortera.
Besazos y gracias por echarme una mano. Soy una patata, si...
Ay Perikiyo... Gracias. No se que decir, solo que me siento bien leyendo tus palabras. Y que me gusta que te haya llegado el olor de las patatas y el calorcito, y que hayas jugado a botones conmigo...
ResponderEliminarEjem. Cambiando de tema. Así que andabas por aquí, eh? Y de polizón nada menos. Pues sabes que? Que me alegra infinito haber contado con tu presencia silenciosa.
Te he extrañado todo este tiempo, veía ahí tu blog sin moverse, un mes, dos, tres... la espera ha sido larga pero ya sabes que me alegro muchísimo de tu regreso. No te vuelvas a escapar, prometido?
Un beso muy grande, amigo.
LA INFANCIA ES UN PARAISO PERDIDO ADONDE SIEMPRE DESEAMOS REGRESAR.
ResponderEliminarBELLEZA EN TUS PALABRAS QUE TRANSLUCEN UN BELLO INTERIOR.COMO AMANTE DE LA BUENA MUSICA NO PUEDO RESISTIRME A COMENTAR LA CANCION QUE HAS COLGADO EN ESTA OCASION:TEMAZO.
AGRADECERTE QUE COMPARTAS EN ESTE BLOG NO SOLO TU BUEN HACER ESCRIBIENDO SI NO TAMBIEN TU BUEN GUSTO MUSICAL.
UN CALIDO ABRAZO ELENA.
Hola mi niña. Quería decirte que tienes un premio en mi blog y que si quieres puedes recogerlo un bezazo-
ResponderEliminarLeo y ¿porque será? mi primer impulso es abrazarte muy fuerte.Porque ante tu aparente fortaleza se esconde una niña que ama profundamente a sus seres queridos y necesita ser arropada.
ResponderEliminarSi una niña digna de ser mimada y amada. Tu ternura se desborda en cada línea.Dulce mujer que abuen seguro huele a natillas y leche con galletas.
Muy bonito Elena.
ResponderEliminarEs un placer para los sentidos visitar tu blog.
Aunque no escriba siempre te visito y te leo pero debido a falta de tiempo no siempre puedo dejar mis impresiones.
Este relato merece mis felicitaciones.
Besos
Mario, Cuarentañera, Navegante, Julio.
ResponderEliminarUn beso a los cuatro.
Me gusta veros aquí y dejéis vuestras palabras para que naveguen con las mías...