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domingo, 9 de mayo de 2010

CORAZÓN ROJIBLANCO



Mi abuelo me hizo socia a los pocos días de nacer.
Y desde muy pequeña iba a los partidos con él y con mi padre, vestida con aquella camiseta que me llegaba casi hasta las rodillas. Un paquete de pipas y una porra de Kojak de fresa que me compraban en los kioscos ambulantes que todavía hoy se instalan en los bajos del Molinón...

Cuando me hice mayor cambié a mi padre y a mi abuelo por mis amigos, pero me gustaba saber que ellos estaban en la grada de enfrente y que los vería al final del partido con sus bufandas al cuello, criticando invariablemente al árbitro de turno...

Me gusta el fútbol, sí. Soy barcelonista cien por cien, pero sobre todo soy Sportinguista hasta la médula... Me sigo emocionando como una boba cuando suena el himno y el estadio es un mar de bufandas y de voces unidas cantando eso de "Real Sporting, equipo famoso, de rancia solera y brillante historial, que a Gijón tú le diste la fama...".

He estado en muchos otros estadios de fútbol y sin pasión puedo decir que hay pocas aficiones como la nuestra. Como dice mi amigo Ricardo, nacíos pa de sufrí... Y hoy lo hemos vuelto a demostrar. Han sido noventa y tres minutos interminables...

No me quedan uñas ni voz. He pasado más nervios que el día de mi último examen en la Facultad y creo que por primera vez en mi vida he deseado con todas mis fuerzas que ganase el Madrid... Pero al final se ha producido el milagro. Seguimos un año más en Primera. Otro año de sufrimiento, por supuesto...

Pero no importa...

Hoy cuando terminó el partido y saltamos al campo como si fuésemos adolescentes, me aferré a mi bufanda que no es la mía, es la de mi Lelo, la que todavía huele a Brummel y menta y pensé en lo feliz que estaría hoy. Recordé cómo celebramos el ascenso hace un año. Lo ví sentado en su sillón, riéndose aunque ya no tenía ganas de reir cuando me tomé aquél culete que juré me bebería si subíamos (creo que soy la única asturiana que detesta la sidra...). Y deseé con todas mis fuerzas que desde la estrella en la que seguro está, pudiese escuchar ese grito que el me enseñó y que al parecer fueron de las primeras palabras que pronuncié cuando empecé a hablar... ese Puxa Sporting que tantas veces lo escuché decir a voz en grito con su bufanda al cuello. Esa misma que sigue oliendo a Brummel y menta...

1 de junio de 2009

* Escribí esto hace casi un año en un foro pequeñito donde tenía (y sigo teniendo aunque ya no escriba allí) una habitación naranja. Y me estremezco al pensar las cosas que han pasado desde entonces, en cómo ha cambiado todo... Y sin embargo podría haberlo escrito hoy mismo. Porque otro año más nos ha tocado sufrir, sí. Y otro año más seguimos en primera. Aunque hoy sean aún más profundas las ausencias.

Ayer pensé mucho en ellos dos. En los dos hombres a los que más he querido en mi vida. Pensé en mi padre y en mi abuelo, y en lo contentos que estarían por ese empate agónico que nos ha salvado matemáticamente. Otro año más.

Quien me iba a decir a mí que en menos de un año los perdería a ambos. Quien me iba a decir que hoy faltaría otro de los integrantes de aquel trío que caminaba despacito cada domingo hacia el Molinón en los tiempos en que yo creía que el futuro era siempre...
Cuanto los eché de menos, cuanto los echo de menos cada día que pasa...

Ayer, cuando iba camino a casa con mi bufanda y mi camiseta del centenario, despeinada, afónica perdida y muerta de cansancio, miré primero al mar y después al cielo y crei ver dos estrellas pequeñitas, tal vez quise ver dos estrellas pequeñitas brillando sobre el negro oscuro de una noche oscura.

Y de repente sentí aquí dentro, cerca de este corazón mío que es rojo y además es blanco, algo parecido a la felicidad...


martes, 15 de diciembre de 2009

TIEMPO RESERVADO A LA LOCURA



Cuando oí esta canción por primera vez, algo me dolió en el alma.

No sé si es un temazo de radiofórmula o una canción más, de las muchas que se han perdido en el abismo de la memoria. Sólo se que es y será siempre mi canción. Han pasado unos cuantos años desde aquél día. Qué poco podía imaginar por aquél entonces todo lo que llegaría a significar para mí... O sí. O tal vez lo supe desde el primer momento en que me dejé llevar por aquél narananana, una y otra vez... Tal vez lo supe y simplemente estaba ahí, esperando en algún lugar de mi corazón a que llegase la hora de dejarla salir de su pequeño escondite...

Porque en mi tiempo reservado a la locura es cuando soy más yo. Me desnudo ante el espejo y veo mis virtudes y también mis numerosos defectos. A veces me gusta lo que veo y en ocasiones quisiera poder cambiar todo aquello que detesto de mí misma... Y llego a la conclusión de que no soy perfecta. Pero tampoco pretendo serlo. Sólo soy una mujer que a veces se comporta como una niña, o tal vez una niña que se ve obligada a comportarse como una mujer.


Pero mientras sea capaz de sentir el aire fresco en mi piel, acariciándome al caminar, mientras sea capaz de creer que merece la pena arriesgar, que siempre es el momento de volar, de elevarse por encima de las nubes. Mientras tenga fe en todo eso, mientras mantenga intacta mi capacidad para soñar, seguiré pensando que mi tiempo reservado a la locura ha merecido la pena...


21 JAPONESAS/ TIEMPO RESERVADO A LA LOCURA

lunes, 5 de octubre de 2009

PAQUI


* Con el permiso y la autorización expresa de quien da nombre a esta entrada...


Paqui es mi supercompi de Coro. Es una contralto impresionante, tiene una voz profunda, suave y como de terciopelo, pero ella no lo sabe, o no quiere saberlo. Y se empeña en colocarse a mi lado porque dice que se siente más segura. A pesar de las protestas del Director, que dice que estéticamente no damos bien. Ella es muy bajita y regordeta, y yo soy más alta y espigada... De hecho, nos llaman el punto y la i, pero a pesar de eso, cantamos siempre juntas. Y ella me mira burlona cuando le digo que la que me da seguridad es ella a mí...

Desde el mismo momento en que se incorporó al Coro, nació entre nosotras una corriente de simpatía mutua, una especie de flechazo. Tal vez porque somos tan distintas, tan diferentes en todo además de en lo puramente físico.

Ella es tímida y de pocas palabras y yo extrovertida y parlanchina (por regla general). Ella es seria y retraida y yo... todo lo contrario.

Quizás por eso nos entendemos a las mil maravillas y nos hemos hecho amigas así sin querer... Cuando salimos a algún concierto nos sentamos juntas en el autocar y nos contamos las cosas que el rigor de los ensayos y el trabajo diario no nos permite, a pesar de algún que otro café furtivo que nos tomamos en los descansos...

Hoy Paqui estaba triste, aunque bien pensado creo que siempre ha habido un destello de amargura en sus ojos, con lo cual tal vez debería decir que estaba más triste de lo habitual. Hasta su voz rotunda y redonda me sonaba desgarrada cuando ensayábamos.

En el café de la pausa me ha contado el motivo de su amargura. Y yo, que no he nacido para dar consejos me he limitado a escucharla y a secarle con mi kleenex alguna lágrima que resbalaba con parsimonia por sus mejillas.

De repente me ha dicho:
.- Me gustaría ser como tú. Ojalá fuese como tú.
.- Como yo? le contesté sorprendida.
.- Sí como tú. Tú eres fuerte y siempre estás sonriendo... Tú nunca lloras, Elena...

Y entonces quise contarle que no es cierto, que yo no soy fuerte, que yo también lloro, que yo también sufro, que yo no siempre sonrío... que yo, como ella, también querría tener alas y volar...

Pero me pudo mi natural tendencia al estoicismo o quizá tuve miedo de defraudarla, de fallarle en aquel momento en que demandaba un poquito de seguridad y protección y la abracé en silencio, convencida de que no hay nada mejor que sentir el calor de un abrazo bien apretado cuando te duele el corazón...

REM/ EVERYBODY HURTS

jueves, 24 de septiembre de 2009

MISI

* Acabo de leer una de las entradas de Nerea en "el blog de Mika" y al ver no sólo el nombre del gatito del que habla, sino su foto, recordé esto que escribí ya hace algún tiempo.
Nerea que es además de amante de la literatura, tan defensora y amiga de los gatos, ay, espero que no se enfade mucho conmigo :)
Pobre Misi...


Encarna tenía un gato que se llamaba Misi.
O tal vez no se llamaba así, pero yo le puse Misi y por Misi le conocíamos todos.

Yo adoraba a aquél gato blanco y negro, de pelo suave y ojos azules.

Encarna era la vecina de mi abuela, y a mí me encantaba ir a su casa, porque me regalaba regalices rojos y me dejaba jugar con Misi hasta caer rendida, le ponía lazos de colores al cuello y pretendía que lo sacaba a pasear por la casa, porque Encarna no me dejaba sacarlo a la calle. Temía que se perdiese, y aseguraba a quien quisiera oirlo que no podría vivir sin él.

Una tarde bañé a Misi. Recuerdo un balde de color verde esmeralda y agua caliente que ella me preparó con cariño porque en realidad, nunca me negaba nada de lo que le pedía, aunque me advirtió que sólo un poquito...

Misi se dejó hacer, estaba acostumbrado a mis cosas y mansamente se prestaba a mis ocurrencias.
Cuando terminé de bañarlo, lo envolví en una toalla y lo froté con cuidado. Pero Misi temblaba y yo me asusté.

Llamé a Encarna, pero ví la puerta abierta y supuse que habría pasado a casa de mi abuela a preguntarle algo acerca de la chaqueta que me estaba tejiendo (ay, aquellas chaquetas de Encarna. No habrá niña en el mundo que haya tenido más chaquetas que yo...)

Entonces se me ocurrió. Lo cogí en brazos y lo metí en el horno. No soportaba verlo así, muerto de frío y tan desvalido, como triste, como enfermo...

Pensé que era la mejor solución, el horno estaba calentito, pues Encarna siempre tenía la cocina de carbón encendida, incluso hasta bien entrado el verano, decía que le hacía compañía. Creo que todavía puedo oir los aullidos del pobre gato...

Yo abría la portezuela y le decía, no llores Misi que enseguida estarás, pero la abría poquito porque el pobre como loco, quería escaparse, se revolvía y se agitaba, fuera de sí... Cuando llegó Encarna, supongo que alarmada por los lamentos del pobre gato y por el olor a pelo y piel chamuscada, fue demasiado tarde. Misi se murió a las pocas horas. Por mi culpa.
La reprimenda fue tremenda, yo era muy pequeña, no más de cuatro años, pero recuerdo aquel instante terrible, y sobre todo, que no me importaba la riña de mi abuela, ni el azote que me propinó mi madre en cuanto se enteró de la que había armado. Sólo quería que Misi no se hubiese muerto, y mucho menos por algo que yo había hecho.

Encarna me abrazaba y me decía que no, que en realidad yo sólo era una niña y que no era mala idea meter los gatos en el horno para que se secasen rápido y así no temblasen de frío. Me quería tanto que habría dicho cualquier cosa para tranquilizarme, pero yo sé que tuvo que ser horrible para ella perder a aquel animal que era en la mayoría de las ocasiones, su única compañía.

Cuentan que lloré días y días por aquel minino chiquitín y juguetón. Y creo que en el fondo, todavía, después de tantos años, no me he perdonado del todo aquella trastada que llevó al pobre Misi al Cielo de los Gatinos.

Pobre Misi...

23 de junio de 2009



TEJEDOR/ LA TORRE DE SUSO

lunes, 21 de septiembre de 2009

CACHITOS


La cocina es amplia y luminosa. En el centro una mesa de madera con una piedra de mármol tan blanca como la leche. Una niña muy rubia y de ojos grandes dibuja un sol amarillo.

Un block de dibujo que se aprovecha al máximo y unos Alpino de madera que no se afilan hasta que la punta esté completamente roma. La niña rubia es feliz, pero todavía no lo sabe.

Hoy dormirá en esa cama que la vio nacer, y mañana desayunará galletas maría deshechas entre la leche. Adora ese olor que permanecerá por siempre en su memoria, pero todavía no lo sabe. Hoy una mujer de manos pequeñas someterá el embozo de las sábanas entre los extremos de la almohada a esa niña rubia que ya nunca más podrá dormirse si no se tapa la nariz, aunque ella no lo sepa aún.

……………………………..

.- Güeli, me dejas los botones?

Los botones están en la “caja”. En esa caja blanca y roja, que una vez albergó vendas y que durante tantos años ha atesorado esas piezas de colores de distintos tamaños, formas y texturas.

Imaginar que son piedras preciosas, que forman parte de un tesoro encantado. Jugar a las tiendas, hola, qué quería. Unos botones? Ahora mismo…

Aprender a contar con ellos. Uno, dos, tres, cinco… no, Elena. Uno, dos, tres, cuatro…

.- Güeli, hacemos merengue?

Separar las claras de las yemas con cuidado. Y después batir y batir con un tenedor, hasta que el recipiente se llena de espuma, de nieve dulce, de una masa compacta que luego adornará la tarta de almendra que se cuece en el horno.

.- Güeli, me enseñas a tejer?

Ponerse bizca contando puntos que se escapan…

Uno al derecho, otro al revés, uno al derecho, otro al revés… hasta que se da cuenta de que en ese trozo de tejido que mira orgullosa, hay un agujero enorme y de que las labores nunca serán lo suyo…

.- Güeli, me das la merienda?

La bici esperando en la calle, el verano brillando en el cielo, la vida por vivir, la vida por delante. Pan con mantequilla y chocolate rallado con esmero, pan con mantequilla y azúcar, galletas con Nocilla. Pequeños caprichos secretos, no se lo digas a tu madre que me mata…

Retales de memoria, estrellas fugaces, chispazos de añoranza de un tiempo que no volverá, cachitos de mí.

Fotografías en blanco y negro que cuelgan de las paredes en una casa que un día estuvo llena de vida y en la que hoy sólo habitan los fantasmas de la nostalgia.

La casa de mis abuelos.

Son sólo recuerdos que vuelven a visitarme, en una de esas tardes de uno de esos domingos que tan poco me gustan y en los que necesito desesperadamente volver a encontrarme con la niña que fui.


LUZ CASAL/ ENTRE MIS RECUERDOS

sábado, 19 de septiembre de 2009

MATEO




* 13 de junio de 2009


Corría el año 74.

Un mes de agosto especialmente caluroso, o por lo menos yo así lo recuerdo. El vestido de los domingos, un lazo enorme en el pelo y aquellos calcetines de perlé que tanto detestaba...
Los pasillos de un hospital, la mano de mi padre, mi madre tumbada en la cama y aquella cosita diminuta vestida de blanco y con los ojos rojos, pincelados con mercromina...

.- Dale un beso, es tu hermana.

Un helado de vainilla en la cafetería como premio por haber sido tan buena, mi padre siempre se olvidaba de que yo odiaba la vainilla y prefería el chocolate...

Ayer, esa niña que conocí una mañana de verano con sabor a helado, esa mujer que es mi mejor amiga, mi confidente, casi mi otro yo a pesar de ser tan diferentes, se dió a la dura tarea de traer un bebé al mundo. Un parto largo y complicado que derivó en una cesárea de urgencia.

Y nos regaló a Mateo.

Hoy la dejé en una habitación pintada de color rosa chicle, una mueca de dolor permanente en su cara, pero envuelta en esa belleza especial que adorna a las madres recientes. Una noche larga, silencio roto por los llantos de los bebés y el trajín de las enfermeras, quiero agua, me duele, dame un beso, gracias por quedarte, anda no seas tonta, intenta dormir...

Sentada en la cama, oyendo la suave respiración de mi hermana, agotada por el esfuerzo, me dediqué a contemplar durante mucho rato al precioso bebé que dormía en una cuna de plástico.

Que seas feliz, que tu vida sea larga y provechosa, que llegues a ser lo que tú desees ser, que nadie ni nada te haga daño, que crezcas sano y fuerte, que seas capaz de soñar, que se cumplan tus sueños.

Que tus diminutas manos aprendan el arte de acariciar con suavidad, que tus pies puedan hablar sin mentir y te lleven a donde quieras, que tus labios lleguen a besar con pasión y también con ternura, que tus oídos tengan el maravilloso y mágico poder de percibir la música del corazón...

Que en lo días tristes que puedan llegar, no olvides que este mundo que acabas de descubrir es a pesar de todo, un lugar maravilloso, Mateo...
ROD STEWART/ WHAT A WONDERFUL WORLD


lunes, 10 de agosto de 2009

CASTILLOS DE ARENA

Cuando era una niña, me encantaba construir castillos en la arena. Me gustaba sobre todo, adornarlos... Con arena mojada entre mis manos, iba dejando que cayese lentamente, formando torres de rizos, de pequeños pegotes que al secarse, me recordaban la silueta de un bosque encantado, de un laberinto de tierra...
Por eso cuando ví una construcción de Gaudí por primera vez me enamoré. Porque me recordaba a los castillos de arena de mi infancia. Pero esa es otra historia... El caso es que podía pasarme horas y horas haciendo mis castillos, túneles, pozos y por supuesto muchas torres de churretones de arena.
Recuerdo un día en que había construído uno precioso, no me cansaba de mirarlo. De repente, un niño que pasaba, sin más se acercó y le pegó una patada. Y mi castillo se vino abajo. Lloré tanto... no entendía por qué aquél niño lleno de rabia había dado una patada sin motivo a mi castillo y lo había destruído.
Hoy me he vuelto a sentir así. Tal vez sea el riesgo de contruir castillos de arena. Son frágiles, sólo arena húmeda que se acabará secando con el sol. En realidad están condenados a desaparecer, a que se los lleve una ola, a caerse por sí solos...
O simplemente a que alguien que pase a su lado, tal vez sin mirarlos, les de una patada. Pero como ya eres mayor, no lloras. Te quedas mirando con cara de idiota, intentando buscar la letra entre la arena. Creyendo que tal vez puedas reconstruir una vez más el castillo. Pero ya no está. Ya no la sientes. Sólo queda la música.
16 de abril de 2009


LEONARD COHEN/ DANCE ME TO THE END OF LOVE

martes, 21 de julio de 2009

EN MI REINO JUNTO AL MAR...



Conocí este poema de Poe gracias a la canción. Hace muchos años... Es sin duda una preciosa y triste historia de amor. Hoy no dejo de darle vueltas una y otra vez. Hoy me conmueve especialmente. Será que es domingo...
Hace de esto ya muchos, muchos años,
cuando en un reino junto al mar viví,
vivía allí una virgen que os evoco por el nombre de Annabel Lee;
y era su único sueño verse siempre por mí adorada y adorarme a mí.
Niños éramos ambos,
en el reino junto al mar;
nos quisimos allí con amor que era amor de los amores,
yo con mi Annabel Lee;
con amor que los ángeles del cielo envidiaban a ella cuanto a mí.
Y por eso, hace mucho, en aquel reino,
en el reino ante el mar,
¡triste de mí!,
desde una nube sopló un viento,
helando para siempre a mi hermosa Annabel Lee
Y parientes ilustres la llevaron lejos, lejos de mí;
en el reino ante el mar se la llevaron hasta una tumba a sepultarla allí.
¡Oh sí! -no tan felices los arcángeles-,
llegaron a envidiarnos, a ella, a mí.
Y no más que por eso -todos, todos en el reino, ante el mar,
sábenlo así-,
sopló viento nocturno, de una nube,
robándome por siempre a Annabel Lee.
Mas, vence nuestro amor;
vence al de muchos,
más grandes que ella fue, que nunca fui;
y ni próceres ángeles del cielo ni demonios que el mar prospere en sí,
separarán jamás mi alma del alma de la radiante Annabel Lee.
Pues la luna ascendente, dulcemente, tráeme sueños de Annabel Lee;
como estrellas tranquilas las pupilas me sonríen de Annabel Lee;
y reposo, en la noche embellecida,
con mi siempre querida, con mi vida;
con mi esposa radiante Annabel Lee en la tumba,
ante el mar, Annabel Lee.
Edgar Allan Poe
Versión de Carlos Obligado
26 de abril de 2009
RADIO FUTURA/ ANNABEL LEE

lunes, 13 de julio de 2009

A TRAVÉS DE LA VENTANA

Desde siempre, prefiero la noche… Me gusta ver las calles iluminadas sólo por las farolas que salpican las aceras, y a poder ser por la luna. Me gusta el silencio, sólo roto por el sonido de algún coche a lo lejos o el ladrido de algún perro que llora su tristeza. A veces el viento azota con fuerza y otras se queda en una simple brisa suave que mueve ligeramente las hojas de los árboles. Siempre he creído que el viento por las noches suena distinto, pero son ideas mías seguro... A través de la ventana veo a lo lejos las luces de mi ciudad, y un mar que se adivina como de azabache, pero que mañana será de nuevo azul o gris o del color que quiera el cielo. Se respira primavera y el césped está fresco. Aunque ahora sea oscuro, de un color indefinido, mañana volverá a ser verde y mullido como la alfombra de un hotel. Mañana, siempre mañana. Mañana será otro día…

Mi mezcla de tés verde y rojo, un cigarrillo recién encedido y MI Rod cantándome una canción al oído. Todo está bien y en orden. Y mañana será otro día... Qué bien se está en mi habitación naranja!!!!!

Buenas noches…

24 de marzo de 2009

ROD STEWART/ FOR SENTIMENTAL REASONS

jueves, 9 de julio de 2009

LA HABITACIÓN NARANJA

Mi habitación naranja está llena de todas las cosas que me gustan, las que quiero, las que necesito para sentirme bien...
Está en el piso de arriba de mi casa, es casi una buhardilla, con sus vigas de madera, hecha y decorada según mi santo capricho...
Mis libros, mi música, mi casita de muñecas, esa que no me canso de mirar...
Es mi pequeño reino, un lugar que es sólo para mí, mi refugio, mi propio país de Nunca Jamás...
Alli está mi sofá y mi manta de cuadros, un montón de cojines, una alfombra mullida sobre la que me gusta sentarme con las piernas cruzadas, para leer, para pensar, para sentir y disfrutar del silencio.
Su único inconveniente es que desde la ventana no puedo ver el mar, aunque a veces he subido el velux para intentarlo... de todos modos, cuando la ciudad está en silencio, cosa que no ocurre casi nunca, puedo sentirlo, puedo oirlo, aunque siempre, siempre puedo soñarlo...
Mi Nespresso y mi taza de flores también naranjas, por si me apetece un café no tener que bajar hasta la cocina para preparármelo. Mi colección de miniaturas de perfume, la de servilletas que me recuerda todos los sitios a los que he viajado, fotos, la caja de los botones con la que aprendí a contar...
Alguien me regaló una vez una habitación naranja virtual. Y allí dejé mis cosas, mis pensamientos, música, palabras en definitiva.
Las dejaré aquí, para que no se pierdan nunca...
VEGA/ MI HABITACIÓN