La cocina es amplia y luminosa. En el centro una mesa de madera con una piedra de mármol tan blanca como la leche. Una niña muy rubia y de ojos grandes dibuja un sol amarillo.
Un block de dibujo que se aprovecha al máximo y unos Alpino de madera que no se afilan hasta que la punta esté completamente roma. La niña rubia es feliz, pero todavía no lo sabe.
Hoy dormirá en esa cama que la vio nacer, y mañana desayunará galletas maría deshechas entre la leche. Adora ese olor que permanecerá por siempre en su memoria, pero todavía no lo sabe. Hoy una mujer de manos pequeñas someterá el embozo de las sábanas entre los extremos de la almohada a esa niña rubia que ya nunca más podrá dormirse si no se tapa la nariz, aunque ella no lo sepa aún.
……………………………..
.- Güeli, me dejas los botones?
Los botones están en la “caja”. En esa caja blanca y roja, que una vez albergó vendas y que durante tantos años ha atesorado esas piezas de colores de distintos tamaños, formas y texturas.
Imaginar que son piedras preciosas, que forman parte de un tesoro encantado. Jugar a las tiendas, hola, qué quería. Unos botones? Ahora mismo…
Aprender a contar con ellos. Uno, dos, tres, cinco… no, Elena. Uno, dos, tres, cuatro…
.- Güeli, hacemos merengue?
Separar las claras de las yemas con cuidado. Y después batir y batir con un tenedor, hasta que el recipiente se llena de espuma, de nieve dulce, de una masa compacta que luego adornará la tarta de almendra que se cuece en el horno.
.- Güeli, me enseñas a tejer?
Ponerse bizca contando puntos que se escapan…
Uno al derecho, otro al revés, uno al derecho, otro al revés… hasta que se da cuenta de que en ese trozo de tejido que mira orgullosa, hay un agujero enorme y de que las labores nunca serán lo suyo…
.- Güeli, me das la merienda?
La bici esperando en la calle, el verano brillando en el cielo, la vida por vivir, la vida por delante. Pan con mantequilla y chocolate rallado con esmero, pan con mantequilla y azúcar, galletas con Nocilla. Pequeños caprichos secretos, no se lo digas a tu madre que me mata…
Retales de memoria, estrellas fugaces, chispazos de añoranza de un tiempo que no volverá, cachitos de mí.
Fotografías en blanco y negro que cuelgan de las paredes en una casa que un día estuvo llena de vida y en la que hoy sólo habitan los fantasmas de la nostalgia.
La casa de mis abuelos.
Son sólo recuerdos que vuelven a visitarme, en una de esas tardes de uno de esos domingos que tan poco me gustan y en los que necesito desesperadamente volver a encontrarme con la niña que fui.
Un block de dibujo que se aprovecha al máximo y unos Alpino de madera que no se afilan hasta que la punta esté completamente roma. La niña rubia es feliz, pero todavía no lo sabe.
Hoy dormirá en esa cama que la vio nacer, y mañana desayunará galletas maría deshechas entre la leche. Adora ese olor que permanecerá por siempre en su memoria, pero todavía no lo sabe. Hoy una mujer de manos pequeñas someterá el embozo de las sábanas entre los extremos de la almohada a esa niña rubia que ya nunca más podrá dormirse si no se tapa la nariz, aunque ella no lo sepa aún.
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.- Güeli, me dejas los botones?
Los botones están en la “caja”. En esa caja blanca y roja, que una vez albergó vendas y que durante tantos años ha atesorado esas piezas de colores de distintos tamaños, formas y texturas.
Imaginar que son piedras preciosas, que forman parte de un tesoro encantado. Jugar a las tiendas, hola, qué quería. Unos botones? Ahora mismo…
Aprender a contar con ellos. Uno, dos, tres, cinco… no, Elena. Uno, dos, tres, cuatro…
.- Güeli, hacemos merengue?
Separar las claras de las yemas con cuidado. Y después batir y batir con un tenedor, hasta que el recipiente se llena de espuma, de nieve dulce, de una masa compacta que luego adornará la tarta de almendra que se cuece en el horno.
.- Güeli, me enseñas a tejer?
Ponerse bizca contando puntos que se escapan…
Uno al derecho, otro al revés, uno al derecho, otro al revés… hasta que se da cuenta de que en ese trozo de tejido que mira orgullosa, hay un agujero enorme y de que las labores nunca serán lo suyo…
.- Güeli, me das la merienda?
La bici esperando en la calle, el verano brillando en el cielo, la vida por vivir, la vida por delante. Pan con mantequilla y chocolate rallado con esmero, pan con mantequilla y azúcar, galletas con Nocilla. Pequeños caprichos secretos, no se lo digas a tu madre que me mata…
Retales de memoria, estrellas fugaces, chispazos de añoranza de un tiempo que no volverá, cachitos de mí.
Fotografías en blanco y negro que cuelgan de las paredes en una casa que un día estuvo llena de vida y en la que hoy sólo habitan los fantasmas de la nostalgia.
La casa de mis abuelos.
Son sólo recuerdos que vuelven a visitarme, en una de esas tardes de uno de esos domingos que tan poco me gustan y en los que necesito desesperadamente volver a encontrarme con la niña que fui.
LUZ CASAL/ ENTRE MIS RECUERDOS
¡Qué lindo niña!
ResponderEliminarGracias por compartir tus recuerdos, qué bonitos que son.
Ah, los abuelos. Una imagen que nunca olvidaremos llena tambien de olores y sabores.
Has despertado tambien en mi recuerdos y nostalgia. Una entrada preciosa Elena.
Besos.
Muy guapo Elenita.
ResponderEliminarHasta me emociene un poco y todo que ya es raro en mi, ¡¡eh!!
La de Mateo tambien me gusto mucho te lo digo aquí tambien.
Hoy está de santu además ¿no?
Besos guapisima
Siempre lo digo: somos el niño que fuimos. Si perdemos eso, nuestra vida es polvo a merced del viento.
ResponderEliminarGracias por compartir esos entrañables cachitos de tu infancia.
Besos.
No es facil compartir cachitos de una misma tan abiertamente.Que hermosos momentos rememoras de modo sencillo y al mismo tiempo cercano.
ResponderEliminarFelicidades por tu blog y te digo algo:escribes muy bien y sin artificios ni pretenciosidad.
Abrazos.
Hola Carmen.
ResponderEliminarAsí es, una combinación de olores, sabores y mil sensaciones agridulces... porque hay cosas que nunca vuelven, aunque por suerte, siempre estarán ahí.
Muchas gracias, guapa, y un beso.
Gracias... Fer?
ResponderEliminarMe pega que eres tú, pero como no firmaste... jajaja, ya se, como es lunes se te olvidó.
Anda que... manifiéstate chaval.
Besinos.
Así es Perikiyo, somos el niño que fuimos.
ResponderEliminarY qué felicidad poder remorar cachitos de esa infancia. Como decías tú en tu blog, hay niños que no podrán hacerlo nunca, así que me siento muy afortunada por poder revivirlos y es un placer compartirlos, claro que sí.
Gracias por visitar mi rinconín y dejar tus palabras llenas de afecto y un beso grande.
Mucha gracias TAMAR por haberte agregado a mi blog y sobre todo por dejar tu opinión.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado y sobre todo que te haya llegado, que es de lo que se trata.
Abrazos para tí también.
Hola, Elena
ResponderEliminarYa se me ha hecho muy entrañable, casi imprescindible, leer algo de aquella niña rubia rubísima, con el pelo casi blanco, ojos grandes y piernas largas llenas de moratones y postillas. Aquella niña que le gustaba construir castillos de arena, y adornarlos; o inventar cuentos para contarle a su hermana. Aquella de ojos grandes: grandes como los soles amarillos que dibujaba, mientras esperaba enfriar sus galletas maría migadas en leche.
Esa niña que amó y ama tanto a sus abuelos.
Besos, Elenita.
Infancia, valle ameno,
ResponderEliminarde calma y de frescura bendecida
donde es süave el rayo
del sol que abrasa el resto de la vida.
¡Cómo es de santa tu inocencia pura,
cómo tus breves dichas transitorias,
cómo es de dulce en horas de amargura
dirigir al pasado la mirada
y evocar tus memorias!
JOSE ASUNCION SILVA
S.
Hola mi querido Onminayas. Qué buen resumen, has resumido en un ay un montón de vivencias y estancias... y sí, todas esas cosas son un poco y un mucho lo que fui, y sobre todo lo que soy.
ResponderEliminarNo sabes cómo me alegra leerte.
Besos para tí también.
Muchas gracias Santi.
ResponderEliminarComo siempre, precioso el poema.
Un abrazo.
Si era yo quien iba a ser jeje.
ResponderEliminarTaluego,guapa
Fernando
Recuerdos,recuerdos,recuerdos..
ResponderEliminarMe ha gustado mucho Elena.
Besos
Amalia F.
Jajaja, ya lo sabía Fer, si es que eres perfectamente reconocible.
ResponderEliminarBesín.
Gracias Amalia.
ResponderEliminarBesos para tí igualmente.