sábado, 12 de septiembre de 2009

CAROLINO

* No me gustan los cuentos tradicionales. Bueno, no puedo decir que no me gustan, no es cierto. Simplemente me aburren, siempre me aburrieron, de tan repetidos y maniqueos.
Cuando era pequeña, los inventaba para contárselos a mi hermana.
Después lo hice para las niñas de mis ojos.
Y ahora los invento para Miguel.
El problema es que se me olvidan los detalles. Mi imaginación a veces se desborda y me juega malas pasadas...
Así que la mayoría de las veces, cuando intento repetirlos, meto la pata y oigo algo así como "tita, nooooooooo, que así no era"...
Los iré escribiendo aquí. Para que no se me olviden nunca más.


Carolino era un osito de peluche blanco.
Y como todos los ositos de peluches, también tenía corazón. Todos tenemos un corazón. Lo que pasa es que él no podía dejarlo latir demasiado para que Miguel no se despistase y llegase a creer que dormía abrazado a un oso de verdad.
Pero en el momento en que su dueño conciliaba el sueño, Carolino dejaba libre su corazón y se asomaba a la ventana para vigilar la llegada del amanecer, la luz que anunciaba que debía regresar al nido caliente del abrazo del pequeño.


El día que Carolino descubrió la Luna flotando en el cielo, creyó que era un queso.


No había oído nunca hablar de ella, y al verla allí arriba, tan redondita y blanca, pensó que se trataba de una de las bolitas que a veces Miguel se tomaba para merendar y que tal vez se había escapado para que él no se la comiese.
Así que decidió vigilarla. Quería atrapar aquel quesito para devolvérselo orgulloso al niño de pelo rubio que le daba besos antes de dormirse.


Se enfadó mucho cuando comprobó que alguien se estaba comiendo el queso. De pronto se iba haciendo más y más pequeño. Habría ratones en el cielo?
Serían las estrellas glotonas las que se lo estuviesen zampando sin miramientos?


Y un día desapareció del todo. Carolino se puso muy triste, porque ya no podría devolverle a Miguel su merienda perdida...


Pero una noche, de repente, mientras oteaba al horizonte esperando las primeras luces del día, volvió a verla en el cielo...


.- Ah, esta vez no te me escaparás, le gritó Carolino.


Y salió de la casa decidido a atrapar a aquel queso insolente.


Caminó y caminó, y con cada uno de sus pasos, se iba enfadando más y más.
No podía alcanzarlo, era como si aquel endiablado quesito se estuviese burlando de él, tal parecía que caminaba a su lado.
Se sentía cansado pero no quería volver a casa sin su presa.


De pronto, cuando menos se lo esperaba, se dió de bruces con el queso travieso. Ya no estaba en el cielo, sino bañándose en el estanque de los patos.


.- Te pillé, exclamó, mientras corría alzando su pequeña pezuña de pelo y plástico.


Pero cuando intentó cogerlo, el queso se deshizo en mil pedazos, y Carolino, asustado, se cayó al agua.


Mojado y muy triste, se quedó sentado en mitad de la charca, mientras veía como el quesito lo miraba con ojos que él creía burlones.
Y más y más lloraba Carolino, porque tenía miedo, y tenía frío, y no sabía si sabría volver a casa, y ya se acercaba la hora del amanecer, y cuando Miguel se despertase se asustaría si no estaba allí, y...

.- Por qué lloras Coralino? Le susurró una voz de mujer, desde el agua.

.- Quien me habla, quien eres? Respondió Carolino.

.- Acércate, ves? Soy la Luna.

.- La Luna? Contestó asustado mientras comprobaba que la voz provenía del queso que flotaba en el agua.

Qué es la Luna? Tú no eres la Luna, tú eres un queso, y no me dejas llevarte de vuelta a casa. Te has escapado...

.- Un queso? Jajajaja, exclamó la Luna con su risa dulce y cantarina.
Yo no soy un queso, Carolino, de verdad no sabes quien soy?

.- No lo niegues, eres el queso de Miguel que se escapó de su bolsa de la merienda...

.- Nooooooooooooooooo.
Yo soy la Luna.
Soy la lámpara de las noches oscuras, la luz que guía a los navegantes hacia puertos seguros.

Soy la madre de las mareas y la cuna donde duermen las gaviotas, las nubes y las estrellas.

Bajo mi luz, se besan los novios enamorados y lloran las personas que están tristes.

Soy el prendedor que adorna el pelo negro del cielo que anochece, el baúl donde se guardan los sueños de los niños como Miguel y los ositos como tú, el cofre que atesora las esperanzas...

Soy la Luna, Carolino...
Y como también soy la linterna mágica y brillante que acompaña los pasos de los ositos perdidos cuando deben regresar a su hogar, te acompañaré hasta tu casa.
En breve llegará mi marido el Sol y yo me iré a dormir, he trabajado toda la noche y estoy cansada.

Y además, si Miguel se despierta y no te encuentra entre las sábanas, se pondrá muy triste.

Vamos, sígueme...


Carolino la obedeció mansamente, hipnotizado por su belleza y por la dulzura de su voz.
Al llegar al final del camino, la Luna lo empujó hacia la puerta, besándolo tiernamente en la frente.

.- No soy un queso, recuérdalo. Pero espero que sigas esperándome en tu ventana. Nunca dejes de buscarme en tu horizonte...
Y cuando veas que me hago más pequeñita no te asustes. Yo siempre vuelvo, yo siempre estoy en el Cielo aunque tú no puedas verme.
Como los amigos de verdad, siempre están, aunque tú no puedas verlos.

Sin pensarlo siquiera, reconfortado por aquel beso de luz, Carolino subió corriendo a la habitación y se acurrucó entre los brazos del pequeño Miguel, y se sintió feliz al respirar la tibieza de su aliento.


Y se durmió al instante, mientras en sus orejas de peluche se repetía una y otra vez la dulce cantinela de su amiga la Luna.


.- Yo siempre vuelvo, yo siempre estoy, yo siempre vuelvo, yo siempre estoy...


MIKE OLDFIELD/ MOONLIGHT SHADOW

11 comentarios:

  1. ¡Pero que bonito cuento!
    Lo imprimeré para leerlo a mis hijos.Uno de ellos se llama Miguel y creo que le hará doble ilusion.
    ¿Has pensado en mandarlo a una editorial?He leido cuentos publicados que no tienen comparación con este de bonito y original que es..
    Gracias por compartirlo y besos

    Amalia F.

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  2. Vaya, me gusto especialmente tu cuento. Me gusto por como de bello lo narraste (esto no es nuevo en ti) pero tambien me gusto por el cuento en si. Y si, tienes razon, los cuentos clasicos huelen un poco rancios, pero son los mas socorridos cuando, a traicion y sin venir al caso, los niños te piden uno.

    Ya tengo un cuento mas que contar.


    Besos, Elena.

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  3. Hola Elena.

    Vuelvo de nuevo para invitarte a entrar el mi blog. Alli os he dejado una tonteria, en la que quise que participases. Es un premio-sin premio que a nada te obliga y que ni siquiera tendras que llevarte. En todo caso, el recuerdo si te gusto.

    Gracias. Besos.

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  4. La Luna es dulce y cantarina.Como tu.
    Quien pudiera ser Miguel para que le inventases cuentos para dormir.






    S.

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  5. Hola Amalia.
    Claro, si quieres contarlo a tus hijos, me hará mucha ilusión.
    Y no, no he pensado en mandarlos a ningún sitio, claro que no.
    Son cosas que se me ocurren, que me invento así sobre la marcha. El problema es que luego se me olvidan los detalles y "el público protesta".
    Espero que le guste a Miguel.
    Un beso grande.

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  6. Hola Onminayas.
    Como siempre, un millón de gracias. Me alegra que te haya gustado el cuento. Es la primera vez que pongo por escrito uno de ellos, pero es por pura necesidad, jaja. Desmemoria obliga.
    Y sí, los cuentos de siempre son un poco rancios. De hecho a mí me gusta tunearlos, cambiarlos, contarlos de otro modo... Algún día pondré alguna de esas "experiencias" aquí. Con permiso de los hermanos Grimm, claro...


    Un besín enorme.

    P.D: Ahora mismo me paso por tu blog, claro que sí.

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  7. Gracias Santi. A mi me fascina la Luna, ya me gustaría ser como ella.
    Saludos y un beso.

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  8. Que guapooooooooooooooooooo.
    Y el nombre Carolino jaja.Me chifla.
    Que suerte tiene Miguel si, guapa.
    Ale, que te sea leve el lunes hermosa.Ya nos vemos mañana
    Besísimos.

    Paqui

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  9. Precioso el cuento, linda.
    Y muy original. Y escrito muy tierno y muy desde cerca como todo lo que nos regalas en tus relatos.
    Un abrazo Elena

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  10. Hola Paka, pecioza.
    Lo de Carolino sabes por qué es? Porque cuando se lo estaba empezando a contar, salió Carolina de Mónaco en la tele... pero como ya había quedado claro que era un osito y no una osita pues le quedó Carolino.
    Pero es chulo igual, a que sí, jijiji.
    Besinos para tí también, y sí, que me sea leve, ains.

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  11. Gracias Carmen.
    Como decimos aquí, me presta mucho que te haya gustado.
    Otro abrazo para tí.

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