
Hoy ha sido un mal día. Un día de esos propicios para escribir una entrada especialmente triste, melancólica. Llena de nostalgia y algún reproche. Teñida de decepción y dolor. Y me niego, no quiero...
Hace tiempo que me apetece cambiar el blog. Tal y como estaba, me empujaba al abismo del recuerdo una y otra vez. Y me hacía daño.
Pensé incluso en cerrarlo, en mudarme a otro lugar. Pero aquí he creado mi espacio y aquí tengo a gente con la que me gusta estar, a la que me gusta recibir y visitar. Como cuando era niña y jugaba con mis amigas a las casitas. Cada una hacía la suya en los bancos del parque y nos moríamos por ser las anfitrionas de una merienda imaginaria en la que fingíamos ser mayores y saber todo de la vida... Así me siento cuando os leo, cuando se que estáis y os siento cerca. Y así me siento cuando voy a vuestros blogs y comparto vuestras cosas y os conozco un poco mejor y dejo mi pequeña huella entre tantas vidas ajenas... Dar y recibir, estar, con los dedos llenos de palabras o en silencio...
Sin embargo, se que he renunciado a demasiadas cosas, ya he perdido demasiado en mi camino virtual como para dejar a un lado también este pequeño refugio en el que se ha convertido Navegando hacia Shalott.
Me considero una auténtica patata en esto de la informática. Si me sacas de Word y un poquito de Excel, justo lo que necesito para mi trabajo, rozo el analfabetismo absoluto.
Pero también es cierto que soy una mujer con suerte y la misma personita que me ayudó a crear este baúl de música y palabras allá por el mes de Enero de 2009, me ha echado una mano para renovarlo ahora. Gracias Fer (una vez más).
Así que después de más de una hora intentando seguir las instrucciones anotadas en una servilleta, de cambiar, subir, bajar, guardar, eliminar... rezando para que nada se perdiese con el cambio, lo he conseguido. O eso creo. Una hora para hacer algo que seguro al más común de los mortales le llevaría unos minutos... lo dicho, soy una patata.
Lo miro una y otra vez, Se que me costará acostumbrarme, pero me gusta. Espero que a los que paséis por aquí no os resulte demasiado extraño o distinto.
Después de todo, se trata solo de una cuestión de imagen...
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Una taza de té humea a mi lado. Y un cigarrillo recién encendido me espera. Me anticipo mentalmente al placer de la primera calada, envuelta en humo y música.
Me releo antes de publicar y pienso que a pesar de todo no he podido evitar ponerme trascendente. Y me fastidia porque me apetecía escribir algo banal. Sin embargo, siempre escribo a golpe de corazón, sin releerme casi nunca, según lo que me dicta el alma.
Rod me susurra su canción. Mi canción favorita. Esa que habla de árboles verdes y rosas rojas. De cielos azules y nubes blancas. Esa que dice que el mundo, a pesar de todo, es un lugar maravilloso.
Esa que me hace sentir bien, que me da paz y que nunca me canso de escuchar.
La misma que me ayuda a no perder jamás la esperanza.
Buenas noches...
WHAT A WONDERFUL WORLD/ ROD STEWART