En el final del corredor
pude encontrar mis viejas amigas de siempre
mis compañeras
Les pregunté que tal estáis
yo he caminado mucho y me encuentro cansado
pero tranquilo.
Amiga risa, hermana nostalgia
madre alegria, dulce esperanza
ahora que el viaje termina me
invade la calma.
Solo al final del corredor
miro las fotos que retrataron mi alma
se están borrando
y sobre un mar de confusión
salen a flote algunos errores y faltas
pequeñas faltas
Rojos demonios de la venganza
negros bufones de la ignorancia
ahora que el viaje termina me invade la calma.
Amiga risa, hermana nostalgia
madre alegria, dulce esperanza
ahora que el viaje termina me invade la calma.
Tan solo quiero daros las gracias
que disculpéis mi larga tardanza
ahora que el viaje termina me invade la calma.
(La Calma- Mclan)
Fueron días oscuros. Como si el mismísimo demonio me mordisquease el corazón. Caminando como una funambulista de un circo de tercera sobre un cable gastado, calzando zapatos de tacón. Sin red en la oscuridad más absoluta. Buscando desesperadamente respuestas en un horizonte que de repente desapareció ante mis ojos...
Días de encerrarme en mi despacho y cubrirme la cabeza y la cara con una toalla para que nadie me oyese llorar. De no atender llamadas, de vivir por vivir. De arrastrar mis pies por las aceras y andar sin rumbo por las calles que me alejaban de mis sueños.
Supongo que la muerte de mi padre fue la hecatombe, la catarsis, el punto final de tantas cosas que habían sucedido antes y el principio de todas las que llegaron después.
Releo entradas que escribí y que nunca llegué a publicar, y me asusto de la mujer que llegué a ser, aún hoy me duele haber llegado a sentir y escribir tanto dolor. Y no me reconozco entre tanta desesperación.
Ahora quiero bañarme en luz. Quiero hacer nada. Leer los libros que se han ido acumulando en la estantería. Quiero nadar y dejar libre a la sirena que me habita.
Dejar de fumar. Escribir. Estudiar. Disfrutar de las risas de los niños, del calor de los amigos. Del sabor del café en otros labios, de las estrellas que se mueren en el jardín y resucitan cada noche para no dejar sola a la luna.
Bajar en bici hasta el pueblo, confundirme con el río y su paisaje nuevo, ese que atesora mis mejores recuerdos infantiles. Disfrazarme, por fin, de Pippi Calzaslargas, ahora que he encontrado el modo de colocarme las ligas de colores.
Jugar a la escoba y acordarme más que nunca de él, de su risa, del modo especial que tenía de quererme, de tantas cosas que aprendí a su lado y que tan poco supe valorar...
Ver su silla vacía y ser fuerte y no llorar. Descansar, descansar, descansar. Dormir... Lo necesito más que nunca en toda mi vida.
Y antes de irme, solo me queda agradeceros vuestra presencia durante todo este tiempo.
Gracias por tantos abrazos y besos, por tantas palabras de consuelo. Por tanto calor en las noches más frías...
Este blog ha sido mi pequeño escondite, el lugar donde podía escribir y dejar suelta la pena sin temor a que alguien me viese llorar. A que alguien supiese que detrás de mi sonrisa se escondía el peor de los lamentos.
Gracias a los que habéis estado siempre, siempre. A los que os habéis pasado de vez en cuando y aún así habéis dejado vuestra pequeña huella de cariño. A los que no decís nada pero en alguna ocasión os habéis atrevido a navegar en mi compañía.
Supongo que volveré. Shalott está conmigo y vais conmigo también. Y si no regreso aquí, me instalaré en cualquier otro lugar de la blogosfera. Y saldré a buscaros para que nunca se rompan los lazos invisibles que me atan a vosotros. No importa donde ni cuando. Solo importa el cómo.
El viaje ha sido largo, y estoy, muy, muy cansada... pero en calma.
Un fuerte beso,
Elena
MCLAN/LA CALMA