jueves, 21 de mayo de 2009

2046






Un periodista y escritor free lancer se aloja en el cuarto 2046 de un hotel, en el cual reflexionará sobre los significados y misterios de su vida amorosa, todo eso relacionado con una novela de ciencia ficción que escribirá, en la cual una androide con sentimientos retardados no se dará cuenta de que ama al personaje hasta que ya es demasiado tarde. La trama representa una metáfora sobre las diferentes maneras de superar los amores imposibles del pasado y el miedo al amor futuro, a través de diferentes historias con el nexo común del protagonista.

Él era escritor. Creía escribir sobre el futuro, pero en realidad era el pasado. En su novela, un misterioso tren salía de cuando en cuando con dirección al año 2046. Todos los que subían a él lo hacían con el mismo propósito: recobrar los recuerdos perdidos. Se decía que en 2046 nada cambiaba. Nadie sabía a ciencia cierta si eso era verdad, porque ninguno de los que viajaron regresó jamás. Con una excepción. Él estuvo allí. Se marchó voluntariamente. Quería cambiar.


La lección de vida es inevitable. Éste es un relato sincero acerca de las verdades de las relaciones de pareja. Maravillosa la metáfora de las androides, del tren que pasa pero nunca vuelve, de los amores perdidos y nunca olvidados, amores que intentamos que sean igual al anterior sin darnos cuenta de que todos son distintos.


2046 es de esas películas que odias o amas, como toda buena obra maestra.
Tal vez para entenderla en toda su magnitud sea necesario haber visto primero Deseando Amar.


De todos modos, yo no lo había hecho y caí rendida ante la historia que Wong Kar Wai plasma con maestría, el preciosismo de las imágenes, la intensidad de los momentos, de los silencios, de las miradas, de una banda sonora impecable...



No se puede recuperar lo perdido, el único tiempo que merece la pena vivir es el presente...

Un universo casi magnético de mentiras, amores idealizados, amores imposibles, promesas rotas, todo un mundo de sensualidad onírica.



Porque a veces desearíamos borrar los recuerdos, pero entonces perderíamos nuestra identidad, no seríamos nosotros...



Somos un todo, nuestro pasado nos hace ser el presente y probablemente condicione también nuestro futuro.



El amor es una cuestión de oportunidad. No sirve de nada conocer a la persona idónea demasiado pronto o demasiado tarde. Si yo hubiera vivido en otro lugar, mi historia podría haber tenido un final muy diferente.

Otro lugar, otro final, ahora todo está más claro...



2046/ MAIN THEME










2046/ ADAGIO





2046/ SIBONEY (CONNIE FRANCIS)



miércoles, 20 de mayo de 2009

GODIVA



A Godiva nunca la quisieron…


Godiva en realidad no se llama Godiva. La bautizaron con desgana y le pusieron el nombre de su abuela por puro aburrimiento, por desidia...


Pero ella decidió llamarse así el día que leyó no recuerda dónde, la historia de esa mujer, que tuvo la valentía de cabalgar por el pueblo desnuda, sin más vestidura que sus largos cabellos…
Porque así se sentía siempre. Desnuda. Desnuda su alma, desnuda toda ella… Transparente, etérea, indefensa ante la intensidad de sus propios sentimientos. Claro que ella no era valiente, ella sólo quería que la quisiesen...


El día que cumplió quince años abandonó para siempre el hogar que no era un hogar, aquella casa llena de silencios, de reproches, de gestos huraños, aquella casa en la que desearía no haber vivido jamás.


No tenía qué añorar. Había venido al mundo por accidente y como tal se sentía, como un mero siniestro del destino, como un error imperdonable, como la nada en medio del infinito…

Y se inició en el difícil arte de la autodestrucción. Subió sin pensarlo en la montaña rusa de la vida, y jugó sin descanso a la ruleta rusa de la muerte…
Regalaba su cuerpo esperando a cambio un poco de calor y regalaba su alma en cada encuentro, con la esperanza vana de sentir, de vivir la experiencia del afecto incondicional, la sensación de una caricia gratuita, las cosquillas de un te quiero murmurado al oído…


Ahogaba la frustración en vasos de alcohol y lágrimas, y cuando eso no era suficiente, cuando ni siquiera el vodka conseguía anestesiar su dolor, recurría a la heroína para viajar a ese lugar deseado que no encontraría jamás. A ese lugar añorado que sin duda existía, pero en el que ella no tenía derecho de admisión…


Y un día tuvo la certeza de que ya no merecía la pena vivir. Descubrió que los sueños se habían inventado para otros, para otras vidas, para todos menos para ella.
Y se encerró en casa a esperar a la muerte, pero la muerte no venía.


La invocó con todas sus fuerzas, la llamó a gritos desde la ventana, la buscó entre la basura que se acumulaba en los rincones, la deseaba con el mismo anhelo con que se desea al amante imposible.


Se convirtió en su propio fantasma, en un ectoplasma de cabellos y agua que vagaba sin rumbo por los pasillos de aquella tumba hedionda que alguna vez pretendió convertir en algo parecido a un nido.


Abandonada a su propia locura, con su larga melena como único vestido, cerró la puerta tras de sí, decidida a no volver jamás...Pálida, toda huesos y piel, cicatrices en el alma y cicatrices en el cuerpo, vagó por las calles, descalza y buscando a su amiga la desesperanza.
No recuerda nada más.
........................
Cuando despertó vio a una mujer vestida de blanco, una mano extraña que por primera vez en su vida, le regaló un gesto espontáneo de cariño:

.- Has despertado, te pondrás bien.Podía haber sido mucho peor. Menos mal que el coche iba despacio... Recuerdas como te llamas?
.- Sí claro... Mariluz, como mi abuela.


Y creyó ver a una mujer como ella caminando desnuda por la ciudad, buscando la muerte, ya que la muerte no había tenido la compasión de ir a su encuentro...


Pero cerró los ojos. Y volvió a dormirse murmurando muy bajito, Mariluz, me llamo Mariluz... creo.




LEONARD COHEN/ LADY MIDNIGHT

lunes, 18 de mayo de 2009

ESTADOS DE ANIMO ( BENEDETTI EN LA MEMORIA)

Unas veces me siento como pobre colina y otras como montaña de cumbres repetidas.
Unas veces me siento como un acantilado y en otras como un cielo azul pero lejano.
A veces uno es manantial entre rocas y otras veces un árbol con las últimas hojas.
Pero hoy me siento apenas como laguna insomne con un embarcadero ya sin embarcaciones
una laguna verde inmóvil y paciente conforme con sus algas sus musgos y sus peces,
sereno en mi confianza confiando en que una tarde
te acerques y te mires, te mires al mirarme.

M. Benedetti

Subir y bajar...

Ascender al cielo y al infierno. Sentir que todo es efímero, que todo pasa, que en realidad nada permanece, que las más altas torres son inexpugnables, que no existe la solidez de la esperanza.

A veces mar y a veces montaña. Profundidad oscura, profundidad azul.

Colinas elevadas, hielo cerca de las nubes, nieve en las manos.

Fuego, volcán y lava.

Sentir todo y no sentir nada. Querer sentir y no encontrar el hilo invisible que me conduce a las palabras que sólo son eso, palabras... Querer no sentir y morir por dentro.

Paz, reposo, refugio y marea.

Arbol y raíz, arbol sin raíz. Estrella fugaz, cometa errante.

Niña y mujer. Cuerpo y alma. Te quiero, no te quiero, te quiero, no te quiero...

Son sólo estados de ánimo.


BRYN CHRISTOPHER/ THE QUEST

jueves, 14 de mayo de 2009

... DE MI VIDA (PAO)


Es la persona más divertida que he conocido jamás...
Fuimos novios durante algún tiempo. Novios?
Eramos demasiado jóvenes. No, no fuimos novios. Salíamos juntos.
Alto (cómo no), moreno, desgarbado.
Feo. Feo para mí. O eso era lo que me decía todo el mundo...
¿Cómo puedes salir con él? Tú eres mucho más guapa...
Y eso que tendrá que ver...
Pero éramos jóvenes y la vida nos separó.
Un día le dije que no podíamos seguir, que casi no nos veíamos, que nuestras vidas eran como el agua y el chocolate. Que no lo quería como él me quería a mí, que...
Y lo ví llorar por primera vez, él que siempre se estaba riendo...
Cuando nos despedimos, me dijo que era la mujer de su vida.
Hoy nos encontramos en la calle. Y me invitó a tomar un café.
Y charlamos, nos reímos, recordamos viejos tiempos...
Un par de besos y un a ver si nos vemos más, parece mentira que seamos casi vecinos...
.- Sigues siendo la mujer de mi vida, me dijo.
Y yo no supe qué contestarle. Esa curiosa seguridad de que siempre me han querido más de lo que yo lo he hecho me ha atenazado la garganta...
.- No seas tonto, anda camina...
Y siguiendo el rastro del mar por el paseo, sentí sus ojos clavados en mi espalda mientras me alejaba, y la misma sensación de culpabilidad y tristeza que me invadió veinte años antes cuando no pude decirle que el no sería nunca ni el hombre ni el amor de mi vida...
PABLO MILANÉS/ EL AMOR DE MI VIDA