Es la persona más divertida que he conocido jamás...
Fuimos novios durante algún tiempo. Novios?
Eramos demasiado jóvenes. No, no fuimos novios. Salíamos juntos.
Alto (cómo no), moreno, desgarbado.
Feo. Feo para mí. O eso era lo que me decía todo el mundo...
¿Cómo puedes salir con él? Tú eres mucho más guapa...
Y eso que tendrá que ver...
Pero éramos jóvenes y la vida nos separó.
Un día le dije que no podíamos seguir, que casi no nos veíamos, que nuestras vidas eran como el agua y el chocolate. Que no lo quería como él me quería a mí, que...
Y lo ví llorar por primera vez, él que siempre se estaba riendo...
Cuando nos despedimos, me dijo que era la mujer de su vida.
Hoy nos encontramos en la calle. Y me invitó a tomar un café.
Y charlamos, nos reímos, recordamos viejos tiempos...
Un par de besos y un a ver si nos vemos más, parece mentira que seamos casi vecinos...
.- Sigues siendo la mujer de mi vida, me dijo.
Y yo no supe qué contestarle. Esa curiosa seguridad de que siempre me han querido más de lo que yo lo he hecho me ha atenazado la garganta...
.- No seas tonto, anda camina...
Y siguiendo el rastro del mar por el paseo, sentí sus ojos clavados en mi espalda mientras me alejaba, y la misma sensación de culpabilidad y tristeza que me invadió veinte años antes cuando no pude decirle que el no sería nunca ni el hombre ni el amor de mi vida...
PABLO MILANÉS/ EL AMOR DE MI VIDA
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