Fue mucho antes de que a los americanos se les ocurriese vender trocitos de Luna por un módico precio. Mucho antes de todo eso...
Yo tengo una estrella en el cielo. Es mía. Es mi estrella.
Tenía quince, tal vez dieciséis años. Los curas de mi Colegio tenían una Cabaña en el monte. Una construcción que alguien les regaló y que ellos, con la ayuda de los alumnos habían restaurado pacientemente para convertirla en refugio, en lugar de encuentro...
Había pocas cosas que nos gustasen más que subir a la Cabaña. Una caminata infernal, una cuesta que siempre se nos hacía interminable, saltar vallas de madera, sortear un pequeño riachuelo, aspirar el olor a hierba y a libertad. Mochila al hombro, disfrutar del paisaje, del cielo azul, del sol ardiente de mediodía...
Chocolate, galletas de nata y coco, bacon y huevos para el desayuno, pollo para la cena. Nubes y regalices rojos, caramelos de limón y naranja.
El fuego siempre encendido, la misa a media tarde, cogidos de la mano, daros la paz, amaos los unos a los otros... Amigos para siempre.
Y por las noches, antes de meternos en el saco para dormir todos juntos en una misma sala. Antes de las historias de miedo, de las risas y los concursos de chistes y otras cosas más escatológicas.
Antes de todo eso, nos tumbábamos en el prado a mirar las estrellas y el Machu Pichu, aquella montaña que se extendía frente a nuestros ojos, inmensa, infinita y que nosotros bautizamos así, Machu Pichu, el Machu Pichu...
Y sobre él, las estrellas, siempre las estrellas.
El frío, el rocío sobre la hierba y el calor de las mantas, el calor de la juventud y la esperanza, del futuro incierto y lleno de expectativas.
Elige una estrella. La que más te guste. Y ponle un nombre.
A partir de ese momento, será tuya, será tu estrella.
Yo tengo una estrella que brilla encima de un monte, cerca de una Cabaña que acaricia el sol y besan las nubes.
Una estrella que adorna el cielo como un prendedor brillante y magnífico, y que de vez en cuando duerme en la cuna cálida de la Luna Lunera.
Es mi estrella. Se llama Naia. Y muchas noches me duermo pensando en ella y preguntándome si todavía seguirá alumbrando la noche, anclada eternamente sobre el Machu Pichu...
OLIVER / GOOD MORNING STARSHINE
Tomé la estrella de la noche fría
ResponderEliminary suavemente
la eché sobre las aguas.
Y no me sorprendió
que se alejara
como un pez insoluble
moviendo
en la noche del río
su cuerpo de diamante.
P.NERUDA
Toma tu estrella de la noche fría y déjala que diluya en tu cuerpo su cuerpo de diamante.
S.
Hola neña.
ResponderEliminarUltimamente este blog está de un brillante.....jejeje.
Y la estrella seguro que sigue alli, mujer aunque con ese nombre tan hortera que le pusiste igual se piró(es broma que me gusta que te piques).
Un besu guapísima.
Fer
Seguro que tu estrella sigue encima de ese monte.
ResponderEliminarY más si la recuerdas a menudo. No la olvides nunca y nunca dejará de brillar.
Besos
Santi, el poema es precioso.
ResponderEliminarGracias por dejar tu comentario.
Un abrazo.
Fernandín, no es un nombre hortera, es muy chulo. Y además tenía quince años, jolipa. Con la madurez le habría puesto otro nombre. Si fuese ahora la llamaría Kitty, jaja, qué pacha.
ResponderEliminarEl besu pa tí. Quiero decir, vamos, que no es que no lo quiera, es que te lo devuelvo, vamos que te mando otro yo a tí. Jo. Qué lío.
Hola David.
ResponderEliminarSí, imagino que por allí andará todavía. Antes podía reconocerla fácilmente, ahora seguro que me costaría trabajo encontrarla. Pero espero que siga brillando, claro.
Besos.
Una estrella propietaria de otra estrella.
ResponderEliminarCuanta belleza y ternura. Y qué maravillosa canción.
Buenos días, brillo de estrella.
Gracias por compartir con todos los que te leemos tus vivencias y experiencias.
ResponderEliminarNo olvides nunca tu estrella y asi conseguirás que siempre quede su luz en tu memoira.
Besos Elena
Alguna vez tuve tambien una estrella. Me la regalaron como prenda de amor.
ResponderEliminarAhora la he perdido y no recuerdo su brillo.
Sigue recordando la tuya y su reflejo sobre el monte.
Una preciosa etapa de la vida, aquella en la que hay tiempo contar historias hasta tarde, de cruzar riachuelos y saltar cercas, de saborear cada instante sin pensar en el siguiente. Esa época en la que se es capaz, incluso de poner nombre a una estrella.
ResponderEliminarElena, últimamente, cuando te leo, me pongo de un tonto...
Preciosa y nostálgica entrada.
Besos.
Cada vez me gusta más leer lo que escribes.
ResponderEliminarNo se como lo haces pero haces que hasta pueda verte con la mochila al hombro caminando por el monte o hechada sobre la hierba mirando a las estrellas y poniendo nombre a la que elegiste.
Haces llegar calidez y con pocas palabras defines lo que sentistes en su momento.
Tienes mucha suerte de tener una estrella propia.No la olvides nunca.
Una historia muy bien contada que me recuerda a otra historia personal. Apoyado en el suelo pero mirando hacia arriba. Es bonito.
ResponderEliminarBesos.
¿Tu sabes lo que me gusta esa canción que has puesto Elena?
ResponderEliminarHacia mucho tiempo que no la oia, que bonita que es. Como las palabras que la acompañan.
Nos envuelves con tu nostalgia y tus recuerdos y los compartes a corazón abierto.Por un momento pude ver tu estrella en el cielo.
Parece sencillo de conseguir pero no lo es.
Un beso,niña.
Sabía que aquella estrella era tuya la primera noche en que la ví... Porque titilaba con tu misma sonrisa, y tenía la misma mancha de chololate junto a los labios.
ResponderEliminarEs bello tener una estrella que nos acune en la noche. Es bello saber que siempre está ahí.
Besos, Elena
Hola Navegante.
ResponderEliminarLa canción también me parece muy bonita, sí.
Muchas gracias y un abrazo.
Gracias a tí por leerme Julio.
ResponderEliminarMe alegra que te gusten mis cosas. Y no, nunca olvidaré mi estrella. Espero.
Un beso para tí.
Hola Ana.
ResponderEliminarLos regalos nunca se devuelven, aunque se acabe el amor. Así que conserva la tuya, no la has perdido, aunque ya no recuerdes su brillo.
Un beso muy grande.
Hola anónim@.
ResponderEliminarMuchas gracias, de verdad.
Un beso.
Gracias Prometeo.
ResponderEliminarTodos compartimos historias y recuerdos. Es bonito eso de estar tumbado y mirando hacia arriba, claro que sí.
Un besazo muy grande y gracias, como siempre.
Perikiyo, que me salté el orden.
ResponderEliminarSoy un poco despiste y estoy cansada hoy.
Tienes razón. Hay épocas en nuestra vida maravillosas, en las que somos capaces de poner nombre a una estrella y hacerla nuestra para siempre.
Yo tuve la suerte de vivirla y por eso no quiero olvidar mi estrella nunca.
Besos infinitos (al cubo)
Gracias Carmen. Me alegro de que te haya gustado la canción. Es una de mis favoritas, bueno, qué digo, si a mí me gustan (casi) todas.
ResponderEliminarUn beso muy grande, me encanta tenerte por aquí, ya lo sabes.
Sí, Onminayas.
ResponderEliminarEs hermoso tener una estrella, saber que siempre está ahí, incluso aunque no podamos verla.
Como ves, el chocolate no podía faltar en esta entrada, es casi una fijación, lo reconozco...
Muchísimas gracias por tu comentario, me has puesto un poco colorá, que lo sepas.
Besos, muchos.
Que guapo miguina.
ResponderEliminarYa te veo allí en el prao buscando la tu estrella. Me gusta el nombre que le pusiste:Naia es un nombre dulce como tu. Menos cuando te cabreas claro,jajajajja.
Besos Princesa de Somio.A ver si te veo mañana en Coro no se si podre ir y tomamos un cafetin.
Mmmmmmmmm.
ResponderEliminarUna estrella en propiedad. Y gratis.
Que bonito Elena. Soy montañera y entiendo eso que describes,la sensacion de libertad, el contacto con el sol y la Naturaleza.
Me ha gustado muchisimo pero eso no es novedad.
Besos montañeros.
Paka, que te olvidaste de firmar.
ResponderEliminarComo te gusta el anonimato, ein? Pero te tengo fichada, amiguina.
Gracias tesora. Por todo. Muchos besinos. Queda pendiente el cafetin, caro. Muakis.
Muchas gracias, no se quien eres, vamos, que no importa. Pero gracias por dejar tu comentario y pasarte por aqui.
ResponderEliminarBesos.
La montañera era yo: Amalia.
ResponderEliminarDisculpame por no firmar mi comentario. ¡Qué despiste que soy!
Besos.
Jajaja.
ResponderEliminarNo pasa nada Amalia, mujer.
Yo también soy un poco despiste, así que ya somos dos.
Otro beso para tí.
Una estrella de luz infantil. Pero los adultos suelen vender hasta los recuerdos.
ResponderEliminarUn Saludo
Hola Edu. Tienes mucha razón. Los adultos a veces hacemos cosas bastante raras.
ResponderEliminarGracias por pasarte y dejar tu comentario.
Un abrazo.
Una estrella propia.Ya me gustaria poder haber elegido una e incluso bautizarla.Muy bonito tu blog y como escribes.Besos.
ResponderEliminarMarta.
Hola Marta. Muchas gracias.
ResponderEliminarBesos para tí.