Creo que es lo que he hecho siempre... Navegar. A veces en aguas mansas, otras en aguas bravas y negras como el miedo. Navego, que no es poco. No sé si algún día llegaré a mi destino, o moriré en mi barca como la Dama de Shalott antes de ver a su caballero. Antes de ver los ojos de aquél que conoció a través de un espejo, a aquél que reconoció como el amor de su vida.
Yo los ví una noche cualquiera de agosto, los ojos de mi amor. Y sé que los veré cuando la última noche venga a buscarme. No quiero perder la esperanza de llegar a Camelot y de poder dormir con mi cabeza en su pecho. Y de besar esos ojos que siempre me esperan. No quiero perder la esperanza, no quiero.
¿Y continúas navegando en los mismos mares o ya has arribado a puerto?
ResponderEliminar