miércoles, 25 de febrero de 2009

EL PASEO DE SAN PEDRO III



Nos gustaba escaparnos juntos por el pueblo. Cada uno empujando una silla de ruedas, algunas veces en silencio, otras hablando sin parar cuando la proverbial verborrea de Ana nos lo permitía.
Durante el día cumplíamos fielmente o por lo menos lo mejor que podíamos y sabíamos nuestro cometido. Sólo algunos leves roces, algún comentario con doble sentido, alguna mirada podía delatar lo que estábamos sintiendo. No queríamos que nadie se enterase aunque ahora creo que era evidente lo que estaba ocurriendo. Sólo la triste mirada de Félix cuando nos íbamos me creaba un cierto aire de inquietud. Lo sabía, claro que lo sabía. Pero también sabía que éramos amigos y sólo eso.
La noche era nuestra... compartíamos con los demás el tiempo que creíamos prudencial para no levantar sospechas, qué ingenuos. Pero después nos las ingeniábamos para perdernos por las calles, para estar solos.
Y nuestro refugio era el Paseo. Sin apenas luces, sólo las del faro a lo lejos y las de la avenida, que llegaban a nosotras difuminadas por la altura y la niebla.El perfecto escondite para dos jóvenes cachorros que se estaban descubriendo a sí mismos mientras se descubrían mutuamente.
Subí una noche al Paseo siendo una niña y bajé siendo una mujer. O al menos así lo sentí yo. No fue fácil pues ninguno de los dos lo había hecho antes. Nos habíamos besado, chupado, lamido, tocado, acariciado hasta la extenuación. Pero nunca habíamos llegado más allá hasta que resultó inevitable. Dicen que la primera experiencia es desagradable... Yo la recuerdo como una de las más bonitas de mi vida. Tal vez me ayudó la naturalidad con que siempre he vivido el sexo, la desinhibición total que siempre me ha acompañado, la creencia de que nada está prohibido mientras las dos personas que comparten y se regalan sus cuerpos y sus instintos estén de acuerdo...
Sobre aquel césped húmedo y vivo dejé atrás definitivamente mi infancia y me acomodé en el cuerpo y la mente de la mujer que soy. Así lo sentí yo, así lo viví... y los moratones que durante unos días adornaron mis muslos se encargaban de traer de vuelta aquellas sensaciones.
Me gusta recordar, me gusta traer de vuelta las vivencias, las sensaciones, las palabras, los gestos, las sonrisas, las miradas, la magia de los instantes... Hay frases que siempre permanecen en la memoria. Aquel "me pones cardiaco" murmurado a media voz que repetía como una letanía cuando estábamos juntos se ha quedado prendido en mi imaginario personal y me acompañará toda la vida. Porque aunque alguna vez me lo han vuelto a decir, nunca sonará del mismo modo.
Y así fuimos agotando los días. Experimentando la pasión y la lujuria, conscientes de que el día que nos marchásemos ya nada sería igual, que todo se terminaría... El soñaba con ser arquitecto y yo era de letras puras. La vida ya nos había separado antes de que nosotros decidiésemos, y aunque alguna otra vez nos intentó regalar la ocasión, ya era demasiado tarde cuando se acordó de venir a buscarnos...
Lo que siempre permanecerá, será el Paseo, ese lugar del que me enamoré un día y en el que quiero, querría estar siempre...
ROGER HODGSON/LOVERS IN THE WIND


1 comentario:

  1. Eso es Magia.
    Y la diferencia entre una persona madura, y yo.
    Me atormentan los trucos que he vivido y no soy capaz de superar.
    Beso de hierba fresca, de la que acaricia la espalda.

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